Cuenco tibetano

Un instrumento musical con una aureola mítica.

Los Reyes Magos me han traído un cuenco tibetano. Hacía mucho que quería tener uno. Es un instrumento musical usado en rituales budistas, por lo que no se encuentra sólo en el país del que recibe su nombre, sino también en Nepal, India, Bután, China, Japón y Corea.

Puede tocarse de varias formas, pero hay dos principales: la primera, percutiendo con la vara o baqueta de madera, lo que produce un sonido como de campana con armónicos, y la segunda forma, colocando el cuenco sobre la palma de la mano abierta y deslizando la baqueta por su borde circular, lo que crea un sonido continuo de distintos tonos.

La tradición dice que se fabrican de la aleación de siete metales: oro, plata, mercurio, cobre, hierro, estaño y plomo. Los que se venden hoy suelen ser de cobre. Al parecer, en el Tíbet, tras la invasión china, se ha perdido el arte de fabricar los auténticos cuencos de aleación.

Hay toda una bonita mitología alrededor de los cuencos tibetanos: dicen que su sonido reproduce la música de las esferas, elimina las malas vibraciones, purifica el ambiente, equilibra los chakras y produce salud y armonía en el cuerpo.

Claro que no todo el mundo comparte este entusiasmo:

Mi mujer va a hacer taichí, mi hermano hace chikún, yo me pirro por el sushi, mi hermana practica el yoga, mis colegas están locos con la aromaterapia, mi cuñada es asidua al spa de la plaza de Italia, mis vecinos chinos van a abrir un restaurante japonés con spa en el centro comercial del Supercor, media ciudad está esperando que abran el spa del Perú para poner un jacuzzi en su vida, la otra mitad reposa en las famosas camas coreanas y mi hijo se ha comprado una especie de almirez al que llama cuenco tibetano y unos platillos chinos. Como ven, estoy rodeado de orientalismo, de buscadores de la espiritualidad, la profundidad, el relax absoluto y el dominio del cuerpo. Lo peor de todo es el cuenco tibetano porque de vez en cuando mi hijo coge el mazo, le da un zurriagazo sin avisar y por la casa se extiende una vibración que él asegura que relaja mucho y entona el cuerpo, pero que a mí me pone de los nervios.
(De hoy.es)

Yo sin embargo estoy muy contento con mi regalo de Reyes.

Para que comprueben su fascinante sonido, aquí les dejo un vídeo de una sesión de música con cuencos tibetanos a cargo de Michael Perricone:

Cuenco tibetano. Foto: futuropasado.com