¿Estuvo Jesús de Nazaret en la India?
Cuando escribí sobre El Evangelio de Acuario: Jesús en la India dije que seguiríamos hablando del tema y allá vamos.
Nicolás Notovich fue un periodista ruso que viajó a la India en 1887 para hacer estudios arqueológicos y antropológicos. Se dice que en realidad era espía, pero eso es algo que no nos interesa demasiado en esta historia. Remontando el valle del Indo, camino de Ladakh, nuestro hombre hizo un alto en el monasterio budista de Mulbeck.
Allí, tomando chang (cerveza de cebada) y conversando de temas religiosos con un monje, éste le dijo: “El único error de los cristianos ha sido que, tras haber adoptado las grandes doctrinas de Buda, se han separado completamente de él, al crear para sí mismos un Dalai Lama distinto”.
Notovich comprendió que se refería al Papa, pero no entendía que aquel monje pudiese considerar simplemente a los cristianos como budistas con un “Dalai Lama distinto”. Su anfitrión prosiguió asegurando que ellos también respetaban a aquél al que los cristianos llaman “hijo único de dios”, aunque pensaban que había sido sólo un hombre muy santo, seguidor de la doctrina de Buda.

En aquella región conocían a Jesús de Nazaret y lo llamaban Issa. El monje aseguró que existían en Lasha escritos antiquísimos en los que se hablaba de Jesús y que en algunos monasterios de Ladakh podían encontrarse copias de tales manuscritos.
Las andanzas de Notovich en Ladakh
Notovich prosiguió su viaje y realizó la siguiente parada en el monasterio de Lamayuru. Allí preguntó si en él había escritos que hablaran de Issa, pero la respuesta fue negativa. No obstante, le dijeron que en Hemis, uno de los monasterios más importantes del país situado cerca de la capital, Leh, podría encontrar alguno.

Una vez instalado en Leh, Notovich fue a visitar el monasterio de Hemis, que hoy está enclavado en el Parque Nacional de Hemis, importante no sólo por el contenido artístico y cultural de sus docenas de monasterios budistas, sino también por sus valores naturales en las zonas de montaña y del valle del río Indo. Puden encontrarse aquí especies como el antílope tibetano y el célebre leopardo de las nieves.
Hemis es conocido por celebrarse en él un festival anual que dura dos días y que hoy sirve de atracción turística. Notovich asistió al festival y nos lo describe tal como era cuando él lo conoció.


Terminadas las celebraciones, Notovich indagó cautelosamente acerca de los textos sobre Issa y el lama le confirmó que, en efecto, allí había copias de algunos de tales manuscritos.
“¿Sería un pecado recitar esas copias en lengua extranjera?”, preguntó Notovich. A lo que el lama respondió: “Lo que pertenece a Dios pertenece también al hombre.”
Pero, dado el gran tamaño y desorganización de la biblioteca, se tardaría algunos días en encontrarlos. El lama prometió a Notovich que si algún día regresaba le tendría algunos preparados.
El ruso volvió a Leh y envió al lama como regalos un despertador, un reloj de bolsillo y un termómetro, mientras cavilaba sobre la forma de regresar a ver los manuscritos, antes de abandonar Ladakh, pero sin mostrar un excesivo interés, ya que eso habría hecho pensar a los monjes que pretendía robarlos. El sabía que en oriente hay que actuar con la prudencia de un oriental.
Días más tarde, Notovich abandonó Leh con intención de dirigirse hacia Cachemira, pero el destino o su karma iban a intervenir de forma inesperada, ya que se cayó del caballo y se rompió una pierna. Este accidente le permitió regresar a Hemis para ser curado. Algunos malpensados creen que no hubo tal caída y todo fue un pretexto para acercarse de nuevo a los manuscritos.

Aprovechando su estancia forzosa en el monasterio, el lama accedió a mostrarle dos grandes volúmenes de páginas amarillentas que hablaban de la vida del Santo Issa, es decir, Jesús de Nazaret. Estos textos eran traducciones al tibetano de unos originales escritos en pali y le fueron leídos por el lama a Notovich (al que acompañaba siempre un intérprete que iba traduciendo).
El viajero tomó notas de todos los versos que hablaban de Issa, que estaban esparcidos por los manuscritos y al regresar a Europa escribió en francés el libro titulado La vie inconnue de Jesus Christ. Es un libro de viajes, en el que Notovich cuenta sus pesquisas en los monasterios, pero además incluye adecuadamente ordenados los relatos sobre Jesús leídos por el lama, bajo el título Vida del Santo Issa.

Hay edición disponible en español: La vida secreta de Jesús (Ed. Obelisco, 1996; 2ª ed. 2005), aunque es una versión resumida. Una versión más extensa (ignoro si completa), incluyendo las descripciones detalladas de los parajes y gentes encontrados por Notovich durante su viaje, se recoge en el libro Los años perdidos de Jesús de Elizabeth Clare-Prophet (otro singular personaje del que quizá hablemos otro día).
La vida del Santo Issa
La vida del Santo Issa se compone de 244 versos divididos en XIV capítulos, que incluyen:
Capítulos I-III: Introducción y relato de la vida de Mossa (Moisés)
Cap. IV-VII: Nacimiento de Issa y viaje a la India, donde aprende la doctrina de los sabios
Cap. VIII: Jesús predica en Persia
Cap. IX-XIV: Regreso a Palestina y muerte
Los capítulos más interesantes, del IV al VIII, narran como Issa abandonó en secreto la casa de su padre a los trece años, se unió a una caravana de comerciantes y llegó a Sind (hoy en Pakistán, en el valle del Indo) un año más tarde.

El joven Issa viajó por Gujarat, el país de los cinco ríos y Rajputana y luego a las ciudades santas de Jagannath y Benares, donde aprendió las escrituras védicas de los sacerdotes brahmanes.
Predicó a las castas inferiores, lo que le valió la enemistad de los brahmanes, los cuales consideraban que sólo su casta y la de los guerreros debía tener acceso a este conocimiento. Issa se enfrentó con los poderosos y éstos trataron de matarlo, por lo que tuvo que huir.
Marchó hacia el norte, llegó al Himalaya y se estableció en el país de los seguidores de Gautama el Buda (se refiere al sur de Nepal), donde se aplicó al estudio de los sagrados sutras. Cuando abandonó la India tenía veintiséis años.
Viajó a Persia, donde volvió a tener problemas esta vez con los magos de Zoroastro, que lo apresaron y lo dejaron abandonado en el desierto, pero él sobrevivió y regresó a Israel. Issa contaba entonces veintinueve años. El resto de la historia ya es conocido.
Pueden leer el texto completo en: Proyecto Salón Hogar.
Las tribulaciones de Notovich a su regreso de la India
La vie inconnue de Jesus Christ se publicó en 1894 y fue un gran éxito. Sin embargo, enseguida aparecieron los detractores del libro, que ponían en duda la veracidad de lo recogido en él. En resumen, se dividían entre los que dudaban de la veracidad de los textos budistas, aunque no de la buena fe de Notovich, y los que acusaban a éste de haberse inventado todo el relato y ser el autor de los versos sobre la vida de Issa. El más duro de los críticos fue el célebre filólogo y orientalista Max Muller. Antes, un cardenal de la Iglesia Católica había tratado incluso de impedir la publicación ofreciendo dinero a Notovich.
A todo esto, hay que decir que Notovich había sacado fotos durante todo su viaje… que desgraciadamente se velaron por culpa de un criado.

Dos viajeros se desplazaron hasta Ladakh a comprobar la veracidad de la historia, pero lejos de ello, sus testimonios sólo sirvieron para aumentar el enredo. Un tal Archibald Douglas, profesor en Agra, afirmó haber llegado a Hemis y hablado con el lama, el cual le aseguró que ningún ruso con una pierna rota había estado allí y además desconocía lo que era un termómetro (uno de los regalos que Notovich decía haberle hecho). Por supuesto, negó tener escrituras que hablaran de Issa.
Cuando el ruso está a punto de caer en el absoluto descrédito, entra en escena un filósofo indio, amigo de Max Muller, llamado Abhedananda, que había ido a Hemis para “desenmascarar” definitivamente a Notovich. Pero, muy al contrario, regresa diciendo que la historia es cierta. Ha hablado con el lama, que le ha confirmado que conoció al viajero ruso y le enseñó los manuscritos, que también muestra al propio Abhedananda. El indio publicó sus escritos de viaje en el libro En Cachemira y el Tíbet, que desconozco si está traducido. Los fragmentos más interesantes se incluyen en Los años perdidos de Jesús de Elizabeth Clare-Prophet.

¿Cuál es la verdad? ¿fue engañado Douglas por el desconfiado lama? ¿tenía Abhedananda algún motivo para mentir? Después de tanto tiempo seguimos sin respuestas. Por cierto, sospecho que si a alguien se le ocurre ir hoy día a Ladakh a buscar manuscritos sobre Jesús, los encontrará por docenas, por unas pocas rupias.
En todo caso, recomiendo la lectura de este artículo escéptico de José Luis Calvo Jesús y los cuentos cachemiros (pdf) y cada cual que piense lo que quiera.
En un futuro próximo hablaremos de otros personajes que viajando por Asia se tropezaron con las huellas de Jesús: Nicolás Roerich y Elizabeth Caspari.