La denominación Ruta de la Seda fue adoptada, a mediados del siglo XIX, por el geólogo austriaco barón Ferdinand von Richthofen. El chino Zhang Qian puede considerarse como el primer viajero de la Ruta, cuando le enviaron en misión diplomática a las regiones occidentales durante la dinastía Han (206 A.C.-220). La Ruta de la Seda fue durante siglos el principal medio de difusión de información, ya que servía como canal no solamente para las mercancías sino también para la transmisión del conocimiento y de las ideas entre el este y el oeste.

El ascenso
La Ruta de la Seda empezó a servir en el siglo II A.C. para propósitos militares y políticos, más que para el comercio. Con objeto de buscar aliados contra las repetidas invasiones de los Xiongnu, un funcionario de la corte llamado Zhang Qian fue enviado por el emperador Han Wudi a las regiones occidentales de China. Sin embargo en el camino Zhang fue capturado por los Xiongnu y retenido durante diez años. Fugado de la prisión de los Xiongnu, Zhang Qian continuó su viaje al Asia Central. Pero en aquella época, los gobernantes locales estaban satisfechos con su estado y rechazaron aliarse con el imperio Han. Aunque la misión fracasó en su propósito original, la información que Zhang Qian proporcionó a China sobre Asia Central, sirvió para fomentar el comercio entre ambas regiones. La seda, apreciada por persas y romanos, inaugura el comercio a lo largo de la Ruta así hoy llamada.

Sin embargo en las primeras épocas, la seda no era la principal mercancía de la ruta. La dinastía Han sacó muy poco provecho de ella hasta que los romanos se convirtieron casi en fanáticos de la seda, lo que se tradujo en grandes beneficios. Tanto la apreciaban los romanos que incluso la intercambiaban por su peso en oro. Durante la dinastía Tang, la seda acaparaba el treinta por ciento del comercio en la Ruta.
A pesar de la prosperidad que mantenía -o quizá debido a ello- el comercio en la Ruta de la Seda siempre fue muy sensible a los avatares políticos. Un estado estable podría asegurar un comercio tranquilo en la Ruta, mientras que los conflictos lo perjudicaban. Cuando Zhang Qian abrió ese camino, la dinastía de Han y el imperio parto en Persia acababan de alcanzar sus respectivas edades de oro, lo que proporcionó ayudas financieras y el tranquilo desarrollo de esta ruta.
El esplendor
La caída de la dinastía Han, al inicio del siglo III, hizo declinar el comercio en la Ruta. Sin embargo, la subida de la dinastía Tang en el siglo VII lo restableció y a mediados del siglo VIII, la Ruta alcanzó su máximo esplendor. Su prosperidad se debe a muchas razones. Tomando ejemplo del pasado, la dinastía Tang cuidó especialmente la estabilidad interna y el desarrollo económico. Realizó una política favorable al estímulo del comercio entre el este y el oeste, lo que condujo a la ampliación del mercado y al rápido desarrollo del comercio en la Ruta.

Al mismo tiempo, con la expansión de varias religiones en esta parte del mundo, numerosos misioneros alcanzaron el este a traves de la Ruta. Con la Ruta de la Seda actuando como lo que hoy llamaríamos autopista de la información, el intercambio de ideas alcanzó una mayor intensidad que nunca. Y consecuentemente, la dinastía Tang proporcionó el mayor período de prosperidad a la Ruta de la Seda.
El declive
La caída de los Tang, al inicio del siglo X, fue un duro golpe para el comercio en la Ruta, que declinó de forma imparable hasta en el siglo XIII, cuando las conquistas de los mongoles condujeron a una época de frecuentes y extensos contactos entre el este y el oeste. Este contacto creciente creó demanda para las mercancías asiáticas en Europa, una demanda que a su vez provocó la búsqueda de una ruta alternativa hacia Asia por mar.

El establecimiento de una ruta por mar de Europa a Asia a finales del siglo XV fue el golpe mortal para el comercio por la Ruta terrestre. Con menor coste y peligro, muchas mercancías y materiales que la Ruta de la Seda no podría transportar fueron llevados por la ruta del mar. Por otra parte, para entonces los persas habían dominado el arte de la sericultura y la importación de seda del este se redujo.
La otrora próspera Ruta de la Seda estaba en su definitivo declive. Las bulliciosas calles, las ricas ciudades y las sólidas fortalezas quedaron sumergidas en el desierto inacabable, y hoy, solo podemos rememorar aquella espléndida historia en sus innumerables ruinas y tesoros enterrados.
Ver también: La Ruta de la Seda: Serie documental de la NHK