En 2007, un joven llamado John Maloof adquirió en una subasta un lote de antiguas fotografías de Chicago, que pensaba utilizar para ilustrar un libro sobre dicha ciudad. Entre ellas se encontraban varias realizadas por una mujer llamada Vivian Maier. En principio, Maloof desechó esas fotos, pero gracias a la intervención del crítico Allan Sekula, que comprendió el valor que tenían, no llegó a venderlas como era su propósito. Al contrario, Maloof se dedicó a investigar sobre la vida de aquella desconocida fotógrafa aficionada. Descubrió que había trabajado de niñera para varias familias. En una de ellas, con la que Vivian Maier había permanecido durante diecisiete años, le facilitaron datos sobre su vida, recortes de prensa, algunos de los papeles que guardaba y, lo más importante, cien mil negativos sin revelar con su fecha y localización escritas.
Maloof creó la web Vivian Maier y publicó alrededor de cien fotos, pero nadie lo visitó durante meses. Entonces recurrió a exponerlas en un grupo sobre fotografía urbana de Flickr y provocó un debate con miles de mensajes.

Hoy sabemos que Vivian Maier nació en Nueva York el 1 de febrero de 1926 y era hija de refugiados judíos de ascendencia francesa y austro-húngara. Pasó la mayor parte de su juventud entre Francia y el Bronx neoyorquino. Su afición por la fotografía pudo nacer por haber convivido ella y su madre con la fotógrafa Jeanne J. Bertrand.
Durante décadas Maier fotografió las calles y las gentes de su ciudad, aunque solo revelaba -ella misma- una mínima parte de su trabajo, probablemente debido a que no podía permitírselo por razones económicas. Al haber ejercido como nanny, en muchas de sus imágenes aparecen niños. También hizo bastantes autorretratos, a veces disparando su cámara Rolleiflex hacia espejos o lunas de escaparates.
“Bueno, supongo que nada está destinado a durar para siempre. Tenemos que dejar espacio a otras personas. Es como una rueda. Sigues hacia delante, tienes que llegar hasta el final. Y después hay otro que tiene la misma oportunidad de ir hasta el final y así sucesivamente.” (Vivian Maier)
Quienes la trataron la describen como una persona inteligente, abierta a la vez que misteriosa, algo excéntrica, de ideas políticas liberales y feminista. Nunca se casó ni tuvo hijos y no se le conocen familiares. Algunos la relacionan con la figura de Mary Poppin’s. Entre 1957 y 1965, realizó sola algunos viajes a Europa, Asia y Sudamérica.
En la década de 1980, Vivian se enfrentó a graves problemas económicos. Le era imposible revelar sus fotos -que en esa época hacía en color- y tuvo que dejar almacenados los rollos de película. Se cree que en los años 90 vivió como una homeless hasta que recibió ayuda de una de las familias para las que había trabajado, que le pagaba el alquiler de un pequeño apartamento. En 2007 tuvo que vender sus fotos, que fueron a parar a una casa de subastas y así llegaron a manos de John Maloof.
Vivian Maier murió en Chicago el 21 de abril de 2009, probablemente a causa de las secuelas de las heridas sufridas por una caída al resbalar en el hielo y golpearse en la cabeza. Hoy su obra está empezando a ser reconocida y no faltan críticos que la colocan entre los grandes de la fotografía del siglo XX.