Tarot Visconti: La Papisa.

Guillermina de Bohemia y Maifreda Pirovano

La encarnación femenina de Dios y su papisa.

En 1260 una mujer de mediana edad llegó a Milán, acompañada de su hijo. Afirmaba ser de Bohemia y llamarse Guillermina (Vilemina Česká en su lengua nativa). Se instaló en calidad de oblata (persona seglar que vive como religiosa) en el monasterio de Santa Maria Chiaravalle, fundado por los cistercienses como filial de la célebre abadía de Clairvaux (los cistercienses se habían opuesto inicialmente a apoyar las aspiraciones religiosas de las mujeres, pero en el siglo XIII cambiaron de criterio y apoyaron el surgimiento de monasterios femeninos)

Guillermina decía pertenecer a una familia real. Aunque nunca ha sido probado, se supone que era hija de Otakar I de Bohemia, ya que este rey tenía una hija del mismo nombre y edad. De ser así, habría sido hermana de Santa Inés de Bohemia. Es probable que tuviera que abandonar su país debido a las permanentes guerras y luchas dinásticas que acontecían en Centroeuropa en aquella época convulsa.

Pronto adquirió prestigio como sanadora y hombres y mujeres de la región acudían a ella. A su alrededor se formó una congregación de personas de todas clases, campesinos y también miembros de la alta sociedad milanesa, que se reunían para escuchar sus palabras. Hablaba de la Biblia en términos perfectamente ortodoxos y al tiempo reivindicaba para la mujer un papel en pie de igualdad con el hombre, en especial en la comunidad cristiana.

Guillermina de Bohemia falleció el 24 de agosto de 1281 y fue enterrada en el cementerio de la abadía de Chiaravalle. Al haber sido una persona querida por el pueblo, su tumba se convirtió en un lugar de peregrinaje, los monjes le dedicaron un altar y propusieron su canonización.

Abadía de Chiaravalle, Milán
Abadía de Chiaravalle, Milán (grabado anterior a 1926). Foto: Wikipedia.

El extraño culto a la “santa” Guillermina llegó a oídos de la Inquisición. Desde el punto de vista de la doctrina, Guillermina decía lo mismo que Jesús en los Evangelios. Solo reivindicaba que las mujeres tuvieran la misma consideración que los hombres ante la Iglesia. No era por tanto una hereje. Otra cosa es lo que, tras su muerte, predicaron sus sucesores.

El teólogo francés Amaury de Bène consideraba que la historia de la Humanidad se dividía en tres eras: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo. Las dos primeras ya habían tenido lugar y la tercera comenzaría tras la encarnación de la Tercera Persona de Dios. Siguiendo la misma idea, un místico de Calabria llamado Joaquin de Fiore había predicho que el Espíritu Santo se encarnaría en una mujer, del mismo modo que el Hijo lo había hecho antes en un hombre, Jesús.

En la era regida por el Espíritu Santo nacería una nueva Iglesia por completo espiritual, tolerante y libre, que tomaría el lugar de la vieja Iglesia dogmática, jerárquica y demasiado materialista. Y según De Fiore, esa nueva era daría comienzo en 1260, precisamente el año en que Guillermina apareció en Milán. No hizo falta nada más para que muchos vieran en la bohemia a la encarnación del Espíritu Santo, una especie de Jesucristo femenino.

Ella siempre lo había negado, “Anda, anda, qué voy a ser yo Dios”, decía. Pero intereses políticos se impusieron: la nobleza milanesa estaba enfrentada a la romana y vio una ocasión de desafiar a ésta creando una autoridad eclesiástica independiente alrededor de una nueva creencia cuyo eje habría de ser Guillermina de Bohemia.

El teólogo Andrea Saramita fue con toda probabilidad el encargado de crear un corpus de creencias heterodoxas alrededor de Guillermina. Siguiendo la profecía de Joaquin de Fiore, estableció que la bohemia era la encarnación de la Tercera Persona de la divinidad, que había llegado para instaurar una nueva iglesia femenina regida por una papisa. Después de la era del Padre y del Hijo llegaba la del Espíritu Santo, que habría de traer la redención de las mujeres, consideradas en aquella época especialmente culpables por el papel de Eva en relación al pecado original. Los guillermitas utilizaban la fórmula “En el nombre del Padre, del Hijo y del verdadero Espíritu Santo”.

Naturalmente, había que atribuir algún milagro a la nueva encarnación de Dios y fue algo tan extraño como la conversión de una silla en un buey, que se esfumó de inmediato. Lo que este absurdo milagro simbolice no queda nada claro. Otra prueba de la supuesta divinidad de Guillermina era que había conservado su virginidad, a pesar de haber tenido un hijo, equiparándose así a la mismísima Virgen María. Además, los seguidores de la bohemia estaban convencidos de que, tal como había hecho Jesucristo, ella resucitaría en un futuro no lejano.

Con este bagaje de creencias el número de peregrinos a Chiaravalle aumentó y el culto a la santa heterodoxa se convirtió en un negocio. Familias de la nobleza milanesa que antes estaban enfrentadas se unieron en torno al nuevo movimiento religioso.

Con todo, es probable que el asunto no hubiese tenido más trascendencia de no haber acontecido el episodio del día de Pascua del año 1300. Maifreda Pirovano era una seguidora de Guillermina perteneciente a una familia noble, los Visconti, que para más detalle eran gibelinos, es decir partidarios del emperador y contrarios al papa. Era sacerdotisa, ya que entre los guillermitas había total igualdad entre hombres y mujeres y estas podían ser ordenadas sacerdotes. Por parte de la Iglesia Católica no estaba prohibido que predicasen las mujeres aunque sí desaconsejado. Pero no podían ser sacerdotes, ya que efectuar la consagración era tarea exclusiva de los varones.

El día de Pascua de 1300 Maifreda Pirovano celebró una misa siguiendo con fidelidad el rito de Roma y realizó la ceremonia de la consagración. Guillermina había dicho supuestamente en 1262 que no se sacrificase solo el cuerpo de Cristo consagrado, sino junto con el Espíritu Santo, que era la propia Guillermina. Es más probable que Maifreda Pirovano, igual que Andrea Saramita, utilizara la figura de la bohemia en función de sus intereses. Al acabar la misa, los guillermitas, entusiasmados, proclamaron a Maifreda papisa de su iglesia y besaron sus manos y pies.

La leyenda de que existió una mujer que alcanzó el papado, conocida como la papisa Juana, surgió en la segunda mitad del siglo XIII. Aunque la existencia de esta supuesta papisa se sitúa entre 855 y 882, la leyenda podría haber surgido a partir de la historia real de Maifreda Pirovano.

Lo acontecido en la misa de Pascua llegó a oídos de la jerarquía eclesiástica romana. En primer lugar, se plantearon profundas cuestiones teológicas como ¿es válido el sacramento cuando lo oficia una mujer? ¿Se produce la transustanciación, es decir, la conversión del pan en la carne de Cristo, cuando las palabras de la consagración son pronunciadas por una hembra?

Pero en Roma los debates duraron poco frente al hecho de que alguien -daba igual si era hombre o mujer- estaba desafiando su poder. Ya había un papa en Roma. La papisa de Milán sobraba.

Monumento de Bonifacio VIII por Arnolfo di Cambio
Monumento de Bonifacio VIII por Arnolfo di Cambio para su tumba en el Museo dell’Opera del Duomo de Florencia (Foto: Wikipedia)

El Santo Oficio envió a dicha ciudad dos inquisidores que comenzaron su labor interrogando a los testigos. Las órdenes que portaban del Papa Bonifacio VIII eran extirpar la herejía y devolver, siempre que fuera posible, a los herejes a la ortodoxia, utilizando los recursos que fuesen necesarios y que incluían la tortura y las amenazas de muerte.

Los inquisidores explotaron hábilmente los rencores que mantenían los devotos entre ellos. Maifreda Pirovano había sido seguidora de la bohemia pero no una de sus discípulas principales. Una parte de los guillermitas no aceptaba su liderazgo. Alguien debió hablar más de la cuenta delante del tribunal. Maifreda, Saramita y otros muchos seguidores de la bohemia fueron procesados. Conocemos solo algunas de las actas del proceso, que en parte fueron destruidas en 1788 por el gobierno de Milán para ocultar lo que consideraban una vergüenza.

Como solía suceder en este tipo de juicios surgieron las leyendas y las exageraciones. Además de la administración de los sacramentos por mujeres, en las actas se enumeran otras prácticas y creencias, de carácter heterodoxo o directamente herético. Las más llamativas hacen referencia a reuniones nocturnas en las que los devotos rezaban desnudos, no mostraban ningún respeto por el vínculo del matrimonio, practicaban el intercambio de parejas, celebraban orgías… La habitual propaganda para desprestigiar a la secta ante el pueblo.

Otra cuestión que inquietaba a los inquisidores era que los seguidores de Guillermina de Bohemia parecían considerar a ésta superior a la Virgen, ya que si la segunda era la madre de Dios, la primera era Dios mismo, es decir, la había superado en jerarquía. La posibilidad de que hubiese otra mujer por encima de María no era aceptable para Roma.

Como conclusión del proceso se declaró herejes a Guillermina y a sus seguidores. Desenterraron los restos mortales de la bohemia y los quemaron. Maifreda Pirovano fue sentenciada a morir en la hoguera, junto a dos de sus principales seguidores. No se sabe con certeza cuál fue la suerte de Andrea Saramita, ya que se perdieron las hojas del acta correspondientes a su sentencia, pero con toda probabilidad fue también condenado a muerte. Se desconoce por completo qué fue del hijo de Guillermina.

¿Significa esto que la herejía guillermita desapareció como tantas otras? Pues no. La Iglesia Católico-Guillermita, con sede en Milán, continúa existiendo hoy. Su papisa se llama Kyara van Ellinkhuizen, es actriz y directora de cine y fue candidata en las elecciones locales italianas de 2013 por el partido antisistema Los Piratas (diferente del Partido Pirata)

Se rige por el llamado Derecho Canónico Matriarcal (Codex Iuris Matriarchalis). Tanto mujeres como hombres pueden tener acceso al gobierno y a la jerarquía de esta iglesia, así como ser ordenados sacerdotes, en los tres niveles de diaconado, presbiterado y episcopado.

La Iglesia Católica Romana, de tradición patriarcal, se negó siempre -y hasta el día de hoy- a conferir el sacerdocio a las mujeres. Las guillermitas han vuelto esa postura a su favor con el argumento de que, por esa misma razón, la Iglesia no tiene ninguna autoridad sobre ellas. Su idea es que pueden coexistir una iglesia patriarcal, la del Vaticano, y otra femenina. La actitud de la Iglesia Católica respecto a los guillermitas de hoy parece ambigua. Por una parte ya no son considerados heréticos ni cismáticos y se permite a sus seguidores recibir la comunión -no están excomulgados-, aunque no se reconoce ninguna autoridad a la papisa y a su jerarquía.

Tarot Visconti: La Papisa.
Tarot Visconti: La Papisa.

La Iglesia Católica-Guillermita ha reclamado para sí la posesión de la Isla de Burke, situada en la Antártida y deshabitada, para convertirla en un estado soberano -a imagen del Vaticano- cuya cabeza sería la papisa Kyara van Ellinkhuizen con el título de princesa. No hay noticias de que algún país haya reconocido dicho estado.

En la abadía de Chiaravalle, en la tumba contigua a aquella en la que había yacido el cuerpo de Guillermina antes de ser incinerado, reposan hoy los restos de Raffaele Mattioli, presidente de la Banca Comercial Italiana ¿La razón de este privilegio? El magnate financió la publicación de las obras de San Bernardo, fundador del Císter.

Uno de los tarot más conocidos -y tal vez el más antiguo- es de los Visconti. De acuerdo a la tradición, el arcano II de dicho tarot, La Papisa, tiene el rostro de Maifreda Pirovano.

Este artículo es un capítulo del libro Mujeres Singulares 2, que puede adquirirse en Amazon.