“Si pones una gran pintura junto de una pila de ropa sucia la gente va a mirar la pintura” (Avelina Lésper)
El cabreo de hoy de Javier Marías en su sección habitual La zona fantasma trata del arte contemporáneo y sobre la manera en que dicho arte se nos impone (desde 1965 dice él; yo diría que desde un poco antes), sobre todo en las ciudades:
«Por supuesto, no me molesta en modo alguno la exhibición de “arte contemporáneo” en dichas salas. Allá los dueños de cada museo, y nadie me obliga a entrar en ellos. Sí me molestan, en cambio, y mucho, las supuestas obras artísticas que se me fuerza a contemplar: las que instalan las autoridades en las calles y las que pintan los grafiteros en un muro, una fachada, un vagón de metro o donde quiera que se les ocurra. Hoy existe una infinita comprensión hacia estos “artistas espontáneos”, cuando no se los alienta directamente desde la prensa y las instituciones, que temen no parecer lo bastante “democráticas”. Yo no lo entiendo, ya que los grafiteros no sólo están imponiendo su imaginería particular a los demás, en un espacio común del que no se puede escapar, sino que también están tachando la limpieza o desnudez de un edificio, su mera neutralidad. ¿Se imaginan que entraran en sus casas y les pintaran las paredes para “dar rienda suelta a su creatividad”, y ustedes tuvieran que ver sus chorradas a diario o borrarlas repetidamente? La situación no es muy distinta en la ciudad, ya que éstas son extensiones de nuestros hogares, sitios por los que nos movemos, sólo que, al ser de todos, ni nosotros ni nadie podemos decidir cómo decorarlos. Las autoridades sí deciden, y a menudo me pregunto con qué potestad» (Javier Marías: La idiotez de no saber por qué)
Termina Marías diciendo que si a las autoridades les preguntaran por qué permiten colocar en nuestras ciudades horribles vacas pintadas de colorines, seguramente responderían: “No lo sé”.
Pero la explicación de que el “arte contemporáneo” necesite ser impuesto nos la ofrece la crítica de arte -y hartista– mexicana Avelina Lésper:
«El “arte contemporáneo” es ése que desprecia a la pintura aunque sea totalmente contemporánea. Ese desprecio es miedo, como todos los desprecios, porque saben que si pones una gran pintura junto de una pila de ropa sucia la gente va a mirar la pintura.«
Les recomiendo la entrevista que publica en su blog Avelina Lésper. No se pueden decir las cosas con más claridad.