Hoy muchas novelas son escritas ya pensando en su adaptación al cine.
Hace tiempo, tomando como punto de partida un artículo de la revista Qué Leer, hablamos de las fructíferas relaciones entre el cine y la literatura.
En el artículo If only … we could stop turning classic novels into inferior films en The Guardian, John Patterson expone la imposibilidad de trasladar al cine todos los matices de una gran obra literaria. Digo yo que es natural, puesto que se trata de lenguajes muy distintos. Hay grandes películas realizadas a partir de novelas mediocres y también existen pésimas adaptaciones de grandes obras literarias.
Pero da en el clavo el autor cuando dice que actualmente muchas novelas son escritas pensando ya en su adaptación a la gran pantalla, lo que implica que sus autores condicionan el estilo desde el momento en que empiezan a escribir.
La mayoría de las novelas que consiguen una gran cantidad de lectores siguen exactamente la fórmula establecida para los guiones cinematográficos: la misma familiar estructura en escenas, la misma gama de personajes arquetípicos, la misma secuencia cronológica y el mismo ‘tempo’ narrativo. «Se puede sacar un guión de estas novelas tan fácilmente como se puede extraer la batería de un automóvil.»
Pasaron los días en que los escritores absorbían poco a poco las influencias del nuevo medio, el cine, el cual a su vez había sido influido previamente por la literatura.
Si hoy quiere uno seguir un folletín semanal que retrate la sociedad de arriba a abajo en todos sus matices y depravación, no hace falta que acuda a La feria de las vanidades o Casa desolada o a Balzac. Basta comprar una caja de DVD con la serie de Los Soprano.
Patterson termina proponiendo una moratoria de diez años y abstenerse de adaptar novelas al cine durante ese tiempo. Ello redundaría en beneficio del cine, ya que habría campo abierto para guiones originales y también en beneficio de la literatura, pues los escritores se liberarían de las adherencias cinematográficas. Yo estoy de acuerdo con la propuesta, aunque sea utópica