Se publica ‘Veneno y sombra y adiós’, tercera parte de la trilogía ‘Tu rostro mañana’
Con motivo de la publicación de Veneno y sombra y adiós (Alfaguara), tercera parte de la trilogía Tu rostro mañana, diversos medios han entrevistado a Javier Marías y éste, como es costumbre, se ha explayado a gusto. El tipo que mejor escribe hoy en España (con Umbral vivo habría tenido reparos en decir esto) no tiene pelos en la lengua. Por eso le cae mal a mucha gente, pero no a mí.
He recopilado algunas de las opiniones que Marías ha expresado recientemente en los diarios:
En un diario catalán:
“España es una sociedad con pocos escrúpulos y moral muy laxa. Por no hablar del grado de ignorancia y, sobre todo, de satisfacción con esa ignorancia, y eso sí es más nuevo. Estoy bastante a disgusto en mi país y mi época. Y hay otra cosa que no es nueva que la riqueza no ha eliminado: es un país con mucha saña, mucha mala leche, con mucha gente dedicada a joder por joder.”
En un rotativo de Madrid de tirada nacional:
“La gente tradicionalmente cuando era ignorante se preocupaba, se avergonzaba, procuraba ponerle algo de remedio, y hoy en día eso se ha acabado. Cuando ignoran algo escupen ‘bah bah bah…’ y el hombre se está convirtiendo en un ser primitivo con mucha información, como advertía Julián Marías. No se reflexiona, no se quiere aprender, se dan por contentos con la sopa boba en la cual se vive de tontuna generalizada tanto en algunas de las costumbres actuales como en lo que vemos a menudo en los medios, como la televisión, de empantanamiento intelectual, con una fuerte pereza intelectual, siempre a nivel general porque hay muchos seres valiosos ocultos.”
En otro diario de tirada nacional:
“Hay un grado de exhibicionismo que me llama mucho la atención. Se ha perdido en gran parte el pudor. Se ha perdido la distinción entre lo que se puede decir públicamente y lo que se puede decir en privado. Hoy ser hipócrita está mal visto, pero hay un mínimo de educación en el hecho de ser hipócrita. Se ha ido muy a favor de la transparencia, todo tiene que ser transparente, y todo el mundo ha acabado hablando de cosas que deberían dar vergüenza.”
“Las sociedades actuales exigen transparencia, que se sepa todo. Y creo que eso es erróneo. El Estado ha hecho cosas delictivas, y eso lo sabemos todos. Todos los Estados lo hacen. Pero en esa exigencia de transparencia hay un elemento de hipocresía. Lo normal es que la gente quiera creer que el Estado no hace nada, y hace muchísimas cosas. Y ahora también pasa que siempre que ocurre algo, un accidente, por ejemplo, lo que primero se hace es buscar culpables o responsables, no se acepta el azar. Y eso responde a una soberbia enorme por parte del ser humano. Todos nos podemos equivocar. Yo puedo cometer una falta de ortografía, u otras equivocaciones, todo el mundo está expuesto a equivocarse. En cuanto a los Estados, todos tienen las manos manchadas. Siempre, de siempre. A nadie le puede caber duda de eso. Lo que pasa es que se prefiere ignorar. Wheeler dice en el libro qué cosas hicieron los buenos durante la guerra, e hicieron cosas atroces, que se negaron siempre. El tiempo de paz suele juzgar el tiempo de guerra. Y eso es una injusticia, porque esos tiempos se excluyen.“
“Yo no me siento muy cómodo en este país. Me he sentido un poco extranjero, como si fuera un falso español, y yo nací en Chamberí. De niño viví en Estados Unidos, pero siempre me he sentido un poco ajeno. A veces me desespero. Hay una mala leche excesiva, una saña, una zafiedad. Hay a menudo una especie de odio a lo inteligente, y a lo reflexionado, y a lo sentido. Hay una difícil aceptación de lo distinto. Ahora, por ejemplo, me he quedado un poco estupefacto: ha muerto un futbolista, Antonio Puerta, muy joven; una muerte terrible, está claro, todos estamos de acuerdo. Pero que los telediarios abran con esa noticia un día, y otro, y otro; que se haya criticado al Barcelona porque ha sido el único equipo normal, que se ha puesto el uniforme del luto, pero que no haya cancelado el partido? Hay una especie de mandamiento: alguien dice «esto tiene que ser así», y todo el mundo a cumplir. Éste es un país con una enorme vocación totalitaria, que todo sea como alguien quiere que sea.“
En otro lugar del mismo diario:
“España, un país con el que nunca se sabe, difícil, ingrato, abrupto y del cual uno no se puede fiar. España es un país exacerbado con frecuencia y en el que hay una extraña saña que está bastante asentada, no en toda la población, por fortuna, pero sí en muchos de los responsables políticos y mediáticos.”