La casa de las dagas voladoras

Cine puramente visual.

En el año 859 (dinastía Tang) un grupo revolucionario llamado La casa de las dagas voladoras se enfrenta al gobierno chino. Dos oficiales del emperador sospechan que una bellísima joven ciega, que trabaja como bailarina en una especie de local de alterne de la época, pertenece al grupo subversivo y tratan de tenderle una trampa para que los conduzca a su guarida. Pero en el camino, surge el amor entre la chica y uno de los oficiales.

Una película que al principio parece limitarse a repetir las pautas estéticas que el director Zhang Yimou marcara en Hero, es decir, efectismo a la oriental, artes marciales de ballet y sobre todo colorines, muchos colorines muy bien distribuidos en la pantalla, todo ello envolviendo un argumento simplista. Por suerte cuando uno ya está pensando que eso es todo, a la hora y cuarto de película aproximadamente, el guión da un giro sorprendente, la historia de aventuras se convierte en drama, adquiere sentido lo que parecía no tenerlo y desemboca en el trágico final. A mi entender, eso consigue salvar la película, aunque sea por los pelos.

Esto no significa que la trama tenga gran interés, ya que, a pesar de las sorpresas, en conjunto no deja de ser bastante elemental. Al contrario, Zhang Yimou parece considerar que lo importante en el cine es solamente lo visual. No comparto esa idea. Si su próxima película sigue por los mismos derroteros esteticistas que las anteriores me temo que -salvo genialidad inesperada- Zhang Yimou terminará resultando simplemente un director superficial y aburrido.

En todo caso, es la guapísima Zhang Ziyi quien una vez más atrae toda la atención del espectador sin desmerecer las interpretaciones más que correctas de los dos actores principales Takeshi Kaneshiro y Andy Lau.

En definitiva, una película para pasar un rato agradable y poco más.