La leyenda del diente de Buda

Se conserva en el llamado Templo del Diente de Buda, en Kandy, Sri Lanka.

Según la leyenda, cuando Buda murió, su cuerpo fue incinerado en una pira de sándalo y su diente canino izquierdo fue encontrado en la pira funeraria por una de sus discípulas, que lo entregó al rey de Dantapuri, para ser venerado.

Se forjó la creencia de que el poseedor del diente tenía el derecho divino a gobernar aquella tierra. Como era de esperar, se desencadenaron varias guerras por la posesión de la reliquia.

Un rey llamado Paandu decidió destruirla y ordenó que se le llevase a su ciudad. Se dice que, una vez en presencia del diente, ocurrió un milagro y el rey Paandu se convirtió al budismo.

En el siglo IV, 800 años después de la muerte de Buda, el diente estaba en manos del rey Guhaseeva de Kalinga, que se había convertido al budismo y comenzó a adorar la reliquia. Esto causó el descontento de algunos de sus súbditos, que pensaban que el rey había dejado de creer en dios y había comenzado a adorar a un diente.

Construcción llamada Pattirippuwa. Tras ella se divisa un trozo del tejado de oro que cubre el santuario principal. Foto: MediaJet, Wikipedia
Panoramica del Palacio Real de Kandy. El santuario principal del templo está bajo la cubierta dorada. Foto: McKay Savage, Wikimedia.

Dantha, príncipe de la ciudad de Udeni, que también se había convertido al budismo, se caso con Hemamala, la hija del rey Guhaseeva de Kalinga. Otros príncipes que aspiraban a la posesión del diente atacaron al rey Guhaseeva. Pero cuando entraron en la ciudad, Dantha y Hemamala ya se habían puesto a salvo llevándose el canino de Buda.

Hemamala escondió la reliquia en un adorno para el pelo y la pareja real se disfrazó de brahmanes para no ser descubiertos. Zarparon de un puerto en la desembocadura del Ganges y desembarcaron en la isla de Sri Lanka. Dice una leyenda que Buda había afirmado que su religión estaría segura en Sri Lanka durante 2.500 años.

El rey Kithsirimevan se alegró mucho cuando oyó la noticia de la llegada de Dantha y Hemamali a la isla. Recibió la sagrada reliquia con gran veneración y construyó un templo en su propio palacio para albergarla. A partir de entonces, ordenó que se celebrara anualmente una fiesta (Esala perahera) en honor al diente.

Interior. Foto: Jorge Láscar, Wikimedia.
Imágenes de Buda en el interior del Templo del Diente. Foto: Jorge Láscar, Wikimedia.

Con el paso del tiempo, la reliquia fue cambiando de dueños y de lugar. Se dice que cayó en manos de los portugueses, que cobraron un fuerte rescate por su devolución. Por último, se llevó a la ciudad de Kandy, donde se conserva en la actualidad en el llamado Templo del Diente (Sri Dalada Maligawa), que se encuentra incluido en el complejo del Palacio Real.

La reliquia se guarda en una cámara rodeada de siete estupas de oro engastadas con piedras preciosas. Las puertas de la sala están talladas en marfil. Otras características dignas de mención son el pabellón de oro construido en 1987 sobre el santuario principal y el cerco de oro que rodea dicho santuario.

La reliquia del diente es considerada una representación simbólica de la vida de Buda y recibe ofrendas, y es objeto de rituales y ceremonias. La fiesta Esala perahera sigue celebrándose hoy día.

Elefante engalanado en la procesión anual Esala perahera. Foto: Xinhuanet.
Imagen que muestra las consecuencias de la explosión de una bomba en la entrada principal del Templo del Diente, en 1998. Foto: KapilaKTK, Wikimedia.

“El diente está en el centro de la vida social en Kandy y es el principal protagonista de la mayor festividad de la localidad: una celebración anual que se lleva a cabo entre los meses de julio y agosto desde la época medieval para honrar a Buda en una larga fiesta de diez días llenos de elefantes, bailarines, música y fuego: la Perahera o Procesión del Diente de Buda. La principal atracción de la fiesta es el desfile nocturno de elefantes, vestidos con ropajes ricamente bordados e iluminados con bombillas. La espectacular procesión está encabezada por el animal más grande, adornado y con fundas doradas en los colmillos, que tiene el honor de llevar en su espalda un pesado palanquín dorado en el que se transporta la reliquia, que sólo en esta ocasión sale del templo y se pasea por la ciudad (incluso en ocasiones se utiliza una copia de seguridad de la reliquia, vigilando la original en el interior del templo).” (Wikipedia)

Todo esto es lo que da de sí la historia de un vulgar diente. Bueno, de vulgar nada, que era de Buda 😉