En el centenario de su nacimiento (2008).
Algunos medios de comunicación han tenido el acierto de recordarnos el centenario del nacimiento del pintor Balthasar Klossowski de Rola, Balthus:
«(EFE) El pintor Balthus habría sido centenario el 29 de febrero, ese día que aparece y desaparece cada cuatro años del calendario y que, como sugirió su fiel amigo el poeta Rainer Maria Rilke, le incitó a pensar que en el “crac” que se produce entre la noche del 28 de febrero y el 1 de marzo se hallaba su inspiración, su nacimiento.»
Rilke, que fue amante de su madre, le dedicó sus Cartas a un joven pintor. De origen polaco, Balthus pasó casi toda su vida en Francia, donde contó con amigos de la talla de Picasso, André Breton, Antonin Artaud o Albert Camus.
«Su máxima era “pintar como se reza”. De hecho, antes de comenzar una nueva obra, Balthus rezaba y contemplaba la disposición de los colores, la lectura a través de la composición y sus diagonales. Meditaba observándola, incluso cuando en el ocaso de sus días, cuando apenas veía, sus pupilas captaban la luz para pintar “bajo el signo de lo espiritual” (El Mundo, 29-2-2008)
Un artista imprescindible, según Miguel Fernández-Cid:
«Solitario y difícil de clasificar por su lenguaje pictórico, en los años 60 vive un reconocimiento perverso, a partir de la interpretación en clave erótica de sus personajes jóvenes femeninos, unas niñas que se vieron como lolitas pintadas. Curiosamente, es de las pocas interpretaciones a las que Balthus hace frente: “Se ha dicho de mis niñas desvestidas que son eróticas. Nunca las pinté con esa intención, que las habría convertido en anecdóticas, superfluas. Porque yo pretendía justamente lo contrario, rodearlas de un aura de silencio y profundidad, crear un vértigo a su alrededor. Por eso las consideraba ángeles”.
Viendo cuadros como Lección de guitarra cabe pensar que eso no se lo creía ni él, pero ¿qué otra cosa podía decir? Pregunten a Nabokov…
Seguramente está más cerca de la realidad lo que en el artículo Balthus, belleza y erotismo contra la tiranía de las máquinas escribe Juan Pedro Quiñonero:
«Balthus creía que la vida del espíritu estaba amenazada de muerte. Sus armas de trabajo en defensa de la identidad humana fueron el erotismo y el gran arte. De joven, le decía a su primera esposa, Antoinette, que el erotismo era la única forma de luchar contra la tiranía de las máquinas. Ya anciano, su segunda esposa decía de su obra que el erotismo era su manera de buscar y contemplar la eternidad de la luz y la belleza.»
Quizás fue la falta de espíritu del arte contemporáneo lo que le llevó a afirmar que “la mayoría de los que se dedican al llamado arte contemporáneo son unos imbéciles”.