En busca de la ciudad prohibida de Kufra.
“No llegar nunca a la meta es el precio que el viajero errante paga por el derecho a la aventura” (Rosita Forbes)

Viendo la imagen de Rosita Forbes que encabeza este artículo puede deducirse fácilmente que fue amiga de Lawrence de Arabia, con quien solía mantener encuentros secretos en El Cairo. No saquen conclusiones precipitadas sobre la verdadera naturaleza de esos encuentros, porque la orientación sexual del célebre militar inglés sigue hoy día sin estar clara. Tanto pudieron ser citas de amor como de espionaje.
Joan Rosita Torr nació en Inglaterra en 1893. Se casó en 1911 con el coronel Ronald Forbes al que acompañó en sus expediciones a la India, China, Australia y Sudáfrica. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió como conductora de ambulancias y recibió dos medallas. Se divorció en 1917. Su primer y más célebre viaje tuvo lugar en el invierno de 1920-21. En compañía del explorador egipcio Ahmed Hassanein Bey se propuso cruzar Libia -entonces ocupada por Italia- para alcanzar la ciudad prohibida de Kufra. Era ésta una población perdida en un oasis del Sahara, cuyos habitantes eran hostiles a los extranjeros, en especial a los europeos.
Durante muchos años Kufra había estado en la ruta comercial de los sanusi, una tribu de beduinos que hoy calificaríamos de fundamentalistas. Estos habían ocupado la ciudad, expulsando a sus anteriores habitantes por no ser tan religiosos como ellos. Rosita viajó disfrazada de mujer árabe, adoptando la personalidad de una circasiana llamada Khadija. Bajo la misma identidad visitaría después Yemen. Durante el viaje fueron robados, cayeron prisioneros de los beduinos, sufrieron tempestades de arena y encontraron una caravana entera muerta en las dunas, entre otras peripecias narradas en el libro The Secret of the Sahara: Kufara. Pero Rosita logró su objetivo y se convirtió en la primera mujer no musulmana en entrar en la ciudad de Kufra. Allí se atrevió a tomar fotos con una cámara oculta bajo el velo. ¿Le ven ahora al velo la utilidad? (Una curiosidad: si buscan en Google Maps la actual Kufra, verán unos círculos verdes en medio del desierto que son campos de cultivo regados mediante el sistema pivot)
Rosita Forbes viajó desde Marruecos hasta Abisinia y allí rodó una película titulada From Red Sea to Blue Nile, de la que por desgracia sólo se conservan hoy 6 minutos. De este viaje también escribió el libro From Red Sea to Blue Nile: Abyssinian Adventures (1925). Hacia 1930 anduvo por Siria, Palestina, Irak y Jordania. También visitó Persia. Otros viajes la llevaron a lugares como Kenia y Rusia. En todos estos países entrevistó a numerosos líderes políticos.

Más adelante recorrió buena parte de Asia Central, procurando siempre mezclarse con la gente en los bazares y ganándose amigos de diversas razas. Aunque se suponía que Afganistán era un país cerrado a los extranjeros, nuestra Rosita alquiló un coche con chófer, echó su equipaje en el maletero y emprendió viaje desde Peshawar (Pakistán), al pie del paso Khyber, hasta Kabul, de allí a Mazar-I-Sharif y por último a Samarkanda. Esto fue en 1935 y dio origen al libro Forbidden Road. Kabul to Samarkand.
Fue nombrada ‘Fellow’ de la Royal Geographical Society. Además de sus libros de viajes y las entrevistas con personajes de la política, publicó algunas novelas, de las cuales un par de ellas fueron llevadas al cine. Que yo sepa, nada de lo que escribió está traducido al castellano y ya es hora de que lo esté.
Tras recorrer con su segundo marido, el coronel Arthur McGrath, algunos países de Sudamérica, se instaló en las Bahamas. Murió en Bermuda en 1967.

“Ése es el encanto de un mapa. Representa el otro lado del horizonte, donde todo es posible. Tiene la magia de lo imaginado pero sin el esfuerzo y el sudor de lo real. La novela más grande jamás escrita palidece ante las posibilidades de aventura que esconden las tenues huellas azules desde un mar a otro mar. El viaje perfecto nunca termina, la meta está siempre en la orilla opuesta del río, al otro lado de la siguiente montaña. Hay siempre un sendero más que seguir, un espejismo más que explorar. No llegar nunca a la meta es el precio que el viajero errante paga por el derecho a la aventura”
(Rosita Forbes, From Red Sea to Blue Nile, 1925)