La monumental arquitectura islámica de El Cairo ha atraído siempre a los viajeros, desde historiadores a comerciantes que llenaron los zocos de toda clase de productos procedentes de cualquier lugar entre China y España; una peculiar atmósfera cosmopolita que también atrajo a los más expertos artesanos del mundo islámico. La sofisticación cultural y la identidad política se expresaron en el arte gracias a los califas, mecenas de la arquitectura y la artesanía.
Situado en las cercanías de la Ciudadela -durante muchos años sede de la monarquía y residencia de la élite del Egipto islámico- el barrio de Al-Darb Al-Ahmar experimentó un auge constructivo en el siglo XII, y continuó prosperando hasta el siglo XIX.
Fue el distrito de moda, dotado de exquisitas mezquitas, atrajo a canteros, carpinteros, metalúrgicos, caldereros y lampareros, y ostenta algunos de los ejemplos más impresionantes del mundo islámico de wikala (establecimiento comercial), beit (casa tradicional) y sabil-kuttab (escuela coránica con una fuente del agua para uso de los transeúntes).
Los kuttabs tenían bibliotecas repletas de libros copiados a mano y ricamente encuadernados. Los guarnicioneros, los herreros y los fabricantes de espadas abastecieron al establecimiento militar, mientras que los fabricantes de tiendas de campaña, los sastres, los tejedores y los bordadores produjeron una amplia gama de textiles de calidad, de los cuáles los más finos fueron utilizados para varios usos en la Corte.
Más recientemente, debido al desarrollo urbano, las grandes industrias sustituyeron a los talleres; muchas artes fueron juzgadas innecesarias y gran parte de la producción fue mecanizada. Los artesanos sobrevivieron de varias maneras produciendo souvenirs más que objetos útiles. Por ejemplo, se continúa produciendo el tarboosh (el tradicional fez), pero solamente como pintoresco recuerdo del pasado. Desconectado del Khan Al-Khalili (bazar principal de El Cairo), que monopoliza el turismo en el área, el Al-Darb Al-Ahmar cayó en el abandono; proliferaron los tugurios, y sus habitantes, con su artesanía más o menos extinguida, vieron bajar el nivel de sus ingresos.
Actualmente, el Ministerio de Cultura de Egipto, en colaboración con la Fundación Aga Khan, desarrolla un programa de fomento de la artesanía, para recuperar el casco histórico de El Cairo, que podría permitir a Al-Darb Al-Ahmar recobrar algo de su gloria pasada.
El programa de la Fundación Aga Khan imparte cursos de adiestramiento en el trabajo y ofrece formación profesional. Los 250.000 habitantes de Al-Darb Al-Ahmar están implicados en la reconstrucción, proveyendo puertas, ventanas, muebles, embaldosado y demás accesorios requeridos por el nuevo centro comunitario, las escuelas y los hoteles. Entrenados por los especialistas de la Aga Khan, los trabajadores ahora tienen sus propias tiendas con equipos modernos.

Vía: Al-Ahram