Cuerda de presas

Memoria de mujeres víctimas de la represión durante la guerra civil y la posguerra.

Cuando los esfuerzos combinados de una derecha cada día más retrógrada y un progresismo cada día más estúpido hacen estragos en la memoria de los españoles, procurando una amnesia cercana ya al alzheimer y de la que el estado mental del ex-presidente Adolfo Suárez no deja de ser todo un símbolo…

…cuando el periodismo políticamente correcto exhibe a diario algún espectáculo de mujer agredida por su pareja, haciendo que los tontos miren al dedo en lugar de a la luna que éste señala…

…dos jóvenes autores de cómic, el guionista Jorge García (Salamanca, 1975) y el dibujante Fidel Martínez (Sevilla, 1979) nos traen una de esas raras -por escasas- obras que tratan de despertarnos de la anestesia. Seguramente no lo lograrán, porque el sueño es tan profundo que ya más parece muerte cerebral, pero su intento merece el elogio.

Cuerda de presas (Astiberri, 2005) Blanco y negro. 96 pág.

Cuerda de presas (Ed. Astiberri, 2005) recoge la memoria de varias mujeres víctimas de la represión durante la guerra civil española y la inmediata posguerra. Se trata de relatos duros, pero narrados con la sobriedad de lo que no necesita de estridencias para ser contado; lo que no impide momentos espléndidos, como esos disparos que las reclusas van contando y que son los tiros de gracia que les informan del número de compañeras fusiladas en el patio o una magistral representación de la imbecilidad encarnada en ese periodista que, mientras entrevista a una mujer que fue víctima de torturas, en lo único que piensa es en que tiene ganas de ir a mear.

“En 1951 creí dejar atrás los barrotes de la prisión… pero al pisar aquella España imperial… supe que las rejas venían conmigo.”

El dibujo de Fidel Martínez es áspero, con aristas picassianas y claroscuros goyescos (si no suelto esta pedantería reviento), totalmente adecuado a la historia que nos narra, en cuanto colabora a crear el ambiente asfixiante y claustrofóbico de las cárceles. En pocos cómic se aprecia una compenetración tan perfecta entre guionista y dibujante.

Un cómic contra la banalidad, como en su día fue Paracuellos de Carlos Giménez, con el que la comparación es inevitable. Muchos aficionados lo rechazarán sin abrirlo; mejor los superhéroes, que no dan quebraderos de cabeza. Para mí, una obra imprescindible, que nos llega a través de un medio, el cómic, que solamente los muy incultos pueden seguir considerando un entretenimiento para niños.