Estaba repasando un librito titulado España frente al siglo XXI. Cultura y literatura (Ed. Ministerio de Cultura, 1992), cuya edición corre a cargo de Samuel Amell, y encuentro un texto de José Carlos Mainer, bajo el epígrafe La reprivatización de la literatura: el dietario como síntoma, del que entresaco los siguientes párrafos:
Si observamos la producción literaria de estos años [1985-1990], hay un denominador común que resulta muy revelador: la refundamentación de un ámbito íntimo, privado, a costa de otros valores. Murió de consunción la trascendencia social de la literatura en los años finales de los 60 y la enterró, como es sabido, la entronización de una estética neoparnasiana. Nacida de ésta sobrevino una literatura obsesionada por sí misma, en permanente trance metaliterario, donde el sujeto enunciador vivía bajo continua amenaza de desposesión. El regreso de ese sujeto ha llegado por la vía de sus sentimientos, por la necesidad de afirmarse como conciencia feliz y como explorador de sus propias posibilidades sentimentales…
(…)
A la reprivatización de la vida económica -que ha concluido con el mito del estado benefactor y ha exaltado la iniciativa individual- ha de corresponder una reprivatización de la literatura: en lo que tiene de creación de un mundo imaginario y en lo que tiene de uso y disfrute por parte de autores y lectores.Un síntoma de tal reprivatización se halla, a mi parecer, en la reciente abundancia de diarios, dietarios y memorias personales, cuya presencia actual [1992] contrasta con el escaso cultivo de ese género en épocas anteriores. El dietario es fórmula para épocas de incertidumbre histórica en las que los refugios individuales cobran mayor importancia: cuando todo es incierto alrededor, en ellos se asienta la potestad del yo que se permite el capricho de la arbitrariedad -pues habla de lo que quiere y desde su peculiar punto de vista, y hasta donde quiere-, sin llegar a la misantropía ni a la soberbia, pero siempre rozando una y otra, a la par que se afirma con orgullo vivir por y para la literatura.
Y yo me pregunto si los blogs son la etapa final de esa privatización de la literatura, ya que les son aplicables las características propias de los diarios, o por el contrario, son una vuelta a la socialización de la literatura, ya que publicar uno está al alcance de casi todo el mundo y además en la red existe la posibilidad de diálogo entre blogs.