Sobre el significado de las palabras

Inteligencia emocional es un término contradictorio que carece de significado real

Uno de los fenómenos más destructivos de la cultura de nuestro tiempo es la extensión ilimitada del campo semántico de determinadas palabras, con la consecuencia de la desaparición del concepto que dichas palabras encierran, al diluirse en multitud de acepciones distintas. Así pasa, por ejemplo, con términos como libertad, justicia, democracia, arte, belleza…

Lo que hoy se denomina democracia es algo que nada tiene que ver con el significado original de la palabra, el acuñado durante el siglo XVIII; eso permite llamar hoy democracia a los regímenes políticos que imperan en Europa y parte de América. Al tiempo que se extiende el campo de significados de la palabra, se le añaden calificativos que, en vez de precisar el significado, lo desvirtúan; así el régimen del General Franco se llamaba a sí mismo democracia orgánica, o la antigua Alemania del Este era oficialmente la República Democrática Alemana. Hoy la dictadura de cuatro o cinco partidos característica de los países desarrollados suele conocerse como democracia parlamentaria u otros nombres similares.

Igualmente la aparición de determinadas formas de arte (el urinario de Duchamp, el cuadrado blanco sobre fondo blanco de Malevich…) con sus correspondientes calificativos (vanguardista, conceptual…) ha traído aparejada la desaparición misma del concepto de arte y la primacía del «todo vale».

La extensión ad infinitum del campo semántico de una palabra y la desaparición del concepto que encierra tiene graves consecuencias en la sociedad. Así, el desconocimiento que hoy tenemos del verdadero significado de las palabras justicia, libertad o arte ha dado lugar a una sociedad injusta, autoritaria y fea, con la particularidad de que los ciudadanos son, en general, incapaces de percibir estas características por no poder compararlas con los conceptos ideales. Esto ha conducido a una pérdida total de la capacidad de crítica.

Hoy día parece que le toca el turno a la inteligencia, tal vez la última de las palabras molestas que sobrevive con su significado más o menos intacto. Así asistimos a la aparición de expresiones como inteligencia emocional, un término contradictorio que carece de significado real y cuya única finalidad es extender el significado de la palabra inteligencia hasta hacerlo desaparecer, extirpar del mundo el concepto mismo de inteligencia y crear de esa manera una sociedad de imbéciles, última etapa de este proceso.