Un mundo editorial obsoleto llega a su fin.
¿Qué tendrá internet que es capaz de obnubilar las mentes más preclaras? Tengo a Javier Marías por un hombre inteligente, me lo ha demostrado semana a semana en sus artículos, haciendo agudas críticas a la corrección política y poniendo en tela de juicio numerosos tópicos y verdades comúnmente aceptadas. Además, desaparecido Umbral, creo que es el mejor escritor español contemporáneo.
Pero la inteligencia y la agudeza de Javier Marías desaparecen (no así, por fortuna, su talento literario) cuando aborda -y lo ha hecho ya en varias ocasiones- temas relacionados con la red. Marías dice auténticas barbaridades sobre un medio que evidentemente no conoce (su blog no lo mantiene, por supuesto, él, sino una seguidora llamada Montse). Ha confesado que su único contacto con la red tuvo lugar durante unos pocos días en que, estando fuera de su casa, se vio obligado a usar un ordenador para poder escribir, aprovechando esa oportunidad para navegar y “darse un paseo” por los blogs. Esa única experiencia le motivó para publicar un artículo descalificando a los bloggers, que es como descalificar a todos los escritores después de leer una novela y sólo una novela de, digamos, Vizcaíno Casas.
Entiendo que Marías está asustado. Se ve venir el fin de un mundo en el que él es un privilegiado, mimado por lectores, editores y críticos. Para quienes están cómodamente ahí establecidos, debe dar miedo que cualquiera pueda escribir y, de forma instantánea, tener la posibilidad de ser leído en la red, sin someterse previamente al juicio de quienes detentan el poder de publicar. Más aún, con editoriales como Lulu o Bubok, cualquiera puede ver su obra impresa en papel y distribuida por internet. Toda una amenaza.
¿Por qué no habla Marías de algo que él conoce bien, como la falta de ética de muchas editoriales, que engañan a los escritores y les liquidan lo que quieren? ¿Por qué no cuenta que muchos editores publican sólo a los escritores amigos de toda la vida, ignorando a cualquier escritor novel por muy bueno que pueda ser? ¿Por qué no explica que la mayor parte de los premios literarios organizados por editoriales son sencillamente un fraude? ¿No se da cuenta Javier Marías de que el universo que él habita está derrumbándose por su propia podredumbre?
Es por razones como ésas y por la incapacidad de las editoriales para adaptarse a las nuevas tecnologías -y no por culpa de los internautas- que el mundo en que Marías ha vivido hasta ahora está llegando a su final.