Vicente Ferrer

Nos dejó un hombre singular: dedicó su vida a los demás.

La primera vez que oí hablar de Vicente Ferrer era yo un crío. Fue en el mítico programa de radio Ustedes son formidables, presentado por Alberto Oliveras, que más tarde se convertiría en el biógrafo oficial de Ferrer. Entre la extraordinaria capacidad de comunicación de Oliveras y las fascinantes historias reales que narraba, uno se enganchaba al programa inevitablemente.

Complicada biografía la de un hombre cuya vida dio giros sorprendentes:

«En su juventud se afilió al POUM y a los 16 años fue llamado a filas, durante la Guerra Civil Española. Participó en la batalla del Ebro (1938) y en la retirada del ejército republicano hacia Francia tras la caída del frente de Cataluña. Brevemente internado en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer. No habiendo cometido delitos, optó por volver a España, siendo entregado por las autoridades francesas a las franquistas en Hendaya e internado en el campo de concentración de Betanzos durante 1939.»

Tras muchas vicisitudes, fue puesto en libertad y comenzó a estudiar Derecho, carrera que abandonó para hacerse jesuita.

«En 1970 abandonó la Compañía de Jesús, se casó con la periodista inglesa Anne Perry y fundó la organización Rural Development Trust (RDT, Fondo de Desarrollo Rural). Desde el principio de su labor despertó grandes simpatías entre los campesinos indios, pero no entre las clases dirigentes, económicas y políticas, que veían en su labor una amenaza. Sin embargo pudo seguir adelante con sus proyectos gracias al apoyo de Indira Gandhi, que siempre reconoció su labor.»

Hoy, a los 89 años, Vicente Ferrer ha muerto en su casa de Anantapur (India).

Foto: Fundación Vicente Ferrer

En 1996 se creó la Fundación Vicente Ferrer, para canalizar toda su actividad. Hace tiempo que en Facebook se ha organizado una campaña para pedir el Premio Nobel de la Paz para la Fundación, que ha recogido ya más de 13.500 apoyos.