Más sobre la crisis del arte.
Después del post de Vailima, a la que ya se conoce como “el azote del arte contemporáneo” (Peggy dixit), leo esta semana unas muy interesantes reflexiones sobre el arte actual en Lérias Várias, que no puedo dejar de compartir:
En esto de la crisis del arte tenemos un buen ejemplo. El divorcio entre arte y público, anunciado a los cuatro vientos por los expertos que han hecho del arte elitista su negocio, provoca un paulatino desinterés del público por el arte contemporáneo. Y también provoca que los artistas contemporáneos se convenzan de que el arte no es para el público. Al final, favorece justo a quien anunció esa crisis.
En ese blog se enlaza a otro, Hart, en el que pueden leer una historia de ficción protagonizada por el galerista de Damien Hirst, que se queja amargamente:
-Pues nada, que llevo cinco años de socio con un tipo, intentando vender animales disecados haciendo creer a idiotas que son obras de arte… habíamos dado la campanada y ya los teníamos tasados en una casa de subastas por varios millones de euros, íbamos a vender obra y a forrarnos y el muy hijoputa… va y me deja plantado…
El texto anterior es ficción, pero esto publicado en un diario nacional es real:
Todo lo que toca Damien Hirst se convierte en oro y polémica a partes iguales. Si la semana pasada arrancaba con el espectacular éxito de la venta de dos centenares de sus obras en la casa Sotheby’s, de Londres, un dominical británico revelaba ayer que los 140 millones de euros recaudados no fueron exclusivamente fruto de las pujas espontáneas de ávidos coleccionistas. Amigos y socios del artista contribuyeron con sus considerables ofertas a elevar las cotizaciones de las piezas en el transcurso de la subasta, según sostiene el Sunday Times citando a fuentes anónimas del mundo del arte.
Más tarde o más temprano estallará la burbuja del arte contemporáneo.
