¿Puede la personalidad retorcida de un artista eclipsar su obra?
El pintor Agostino Tassi (Perugia, 1566-Roma, 1644) fue definido por su colega Orazio Gentileschi como “el hombre más infame del mundo”. Normal, dado que había violado a su hija Artemisia, hoy día más conocida que ambos, además de por su obra pictórica por la literatura generada por su biografía.
Su propia hermana Olimpia lo calificaba como “un sinvergüenza y un malvado que nunca quiso hacer el bien ni desde niño”. Muchas de las fuentes biográficas que se tienen de Tassi son judiciales: procesado por incesto, agresiones, etc. Su gran vanidad le hacía ir con un collar de oro alrededor de su cuello, se hacía llamar caballero y andaba con la espada al cinto. La leyenda de su mal carácter, de sus embustes, de sus frecuentes estancias en las cárceles romanas, han nublado el conocimiento de su pintura (hasta el punto de que es difícil encontrar en internet imágenes de calidad aceptable).

Uno de sus aprendices lo describió como “un mal hombre, mal cristiano y sin temor de Dios”. En efecto, su nombre figura inscrito en 1616 en la parroquia del Santo Spirito en Sassia, “fichado” en la lista de los que no habían recibido la comunión por Pascua, una actitud muy singular y atrevida en aquellos tiempos en los que comulgar era obligatorio.
Sobre su agresión sexual a Artemisia Gentileschi dice la Wikipedia en el artículo dedicado a ella: «Un escándalo marcó su vida. Tassi la violó en 1612. Al principio, él prometió salvar su reputación casándose con ella, pero más tarde renegó de su promesa, pues ya estaba casado, y Orazio lo denunció ante el tribunal papal. La instrucción, que duró siete meses, permitió descubrir que Tassi había planeado asesinar a su esposa, cometió incesto con su cuñada y había querido robar ciertas pinturas de Orazio Gentileschi. Del proceso que siguió se conserva documentación exhaustiva, que impresiona por la crudeza del relato de Artemisia y por los métodos inquisitoriales del tribunal. Artemisia fue sometida a un humillante examen ginecológico y torturada usando un instrumento que apretaba progresivamente cuerdas en torno a los dedos -una tortura particularmente cruel para un pintor. De esta manera se pretendía verificar la veracidad de sus acusaciones, pues se creía que si una persona dice lo mismo bajo tortura que sin ella, la historia debe ser cierta.»

Este es el testimonio de Artemisia en el proceso, según los documentos de la época:
«Cerró la habitación con llave y una vez cerrada me lanzó sobre un lado de la cama dándome con una mano en el pecho, me metió una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos, y alzándome las ropas, que le costó mucho hacerlo, me metió una mano con un pañuelo en la garganta y boca para que no pudiera gritar y habiendo hecho esto metió las dos rodillas entre mis piernas y apuntando con su miembro a mi naturaleza comenzó a empujar y lo metió dentro. Y le arañé la cara y le tiré de los pelos y antes de que pusiera dentro de mí el miembro, se lo agarré y le arranqué un trozo de carne».
(Eva Menzio (editora), Artemisia Gentileschi, Lettere precedute da Atti di un processo di stupro, Milán, 2004)
Las actas del proceso han influido grandemente en la lectura en clave feminista, dada en la segunda mitad del siglo XX, a la figura de Artemisia Gentileschi.»
Tassi fue condenado solamente a un año de prisión y al exilio de los Estados Pontificios.

«La pintura Giuditta che decapita Oloferne (Judith decapitando a Holofernes) (1612-1613), que se exhibe en la Galleria degli Uffizi de Florencia impresiona por la violencia de la escena que representa, y ha sido interpretada en clave psicológica y psicoanalítica, como un deseo de venganza respecto a la violencia que ella había sufrido.
Un mes después del juicio, Artemisia se casó, en un matrimonio arreglado por su padre, con un pintor florentino, Pierantonio Stiattesi (o Pietro Antonio Stiattesi), un modesto artista, lo que sirvió para restituirle a Artemisia, violada, engañada y denigrada por Tassi, un estatus de suficiente honorabilidad.»
A pesar de su maldad, Agostino Tassi fue uno de los artistas más originales de su época y uno de los primeros en dedicarse plenamente al paisajismo, uniendo elementos nórdicos y clásicos. Claude Lorrain (Claudio de Lorena) se contó entre sus ayudantes.
La obra de Tassi se expone durante estos días en el Museo Nazionale del Palazzo di Venezia, en Roma.
