China contra el mundo. La muralla como símbolo.
Con estilo irónico y ameno, Julia Lovell desmonta en este libro numerosos tópicos sobre el monumento más emblemático de China: no existe una única muralla, sino numerosos tramos erigidos en diferentes épocas. La que hoy visitan los turistas es de época Ming y no la que construyó el primer emperador. No tuvo únicamente carácter defensivo sino ofensivo, ya que según se expandía el imperio iban edificándose nuevas murallas más alejadas para marcar los nuevos territorios conquistados. Por último, uno de los tópicos más repetidos: no es cierto que se vea desde la luna.
Desde el punto de vista práctico, Lovell considera la Gran Muralla como un gran fracaso, ya que nunca consiguió su teórico propósito de impedir que los bárbaros invadieran China; lo hicieron numerosas veces a lo largo de los siglos.
Una muralla no es suficiente para sostener un imperio si fallan otras cosas: corrupción del sistema burocrático, ineptitud de los gobernantes, etc. Más aún si está construida por esclavos y delincuentes y vigilada por desterrados, que abandonan su puesto a la primera señal de peligro.
El punto fuerte del libro es la consideración de la Gran Muralla como un símbolo, un elemento psicológico característico del pueblo chino, que señala la frontera entre la civilización y la barbarie y que, sin embargo, no fue identificado como tal hasta la llegada de los viajeros occidentales. No obstante, ese símbolo será objeto de uso y manipulación política, primero por los nacionalistas y más tarde por Mao Zedong especialmente. “Probablemente, en China nunca dejará de haber grandes murallas”, concluye Lovell.
Pero la “mentalidad granmurallista”, como es denominada por la autora, no permanece hoy viva sólo en China, sino en otros lugares: los muros de Berlín, Palestina, Sahara Occidental y el proyectado en la frontera USA-México dan testimonio de ello. Así como el llamado Great Firewall con el que el gobierno chino pretende controlar internet, de forma tan ineficaz como sus antepasados trataron de detener a los bárbaros.
