Una pieza del Museo de Aparatos Médicos Cuestionables.
Al igual que el psicógrafo, del que hablamos ayer, el rejuvenecedor de MacGregor es una de las piezas más destacadas del llamado Museum of Questionable Medical Devices o Museo de Aparatos Médicos Cuestionables.
En la patente registrada en 1932, M.E. Montrude Jr. de Seattle, Washington, afirmaba que, mediante el uso del magnetismo, ondas de radio, rayos infrarrojos y rayos ultravioletas, podía invertir el proceso de envejecimiento. El paciente debía situarse para el tratamiento en el interior de un cilindro de color rojo, dejando sólo fuera la cabeza.
Mediante el cilindro se sometía al paciente a una sesión de magnetismo. Las ondas de radio eran transmitidas a través de dos almohadillas de cuero situadas cerca de la parte frontal del compartimento.
La tapa del compartimento llevaba en su interior los accesorios que sostenían las lámparas de rojo incandescente y azul ultravioleta.
«Un buen vigorizador, que lleva la energía y la circulación directamente a los órganos“, decía la publicidad.
Cinco rejuvenecedores de MacGregor fueron depositados en un almacén de Bekins, Seattle, pero el inventor nunca volvió para reclamarlos. Se cree que falleció. Finalmente fueron subastados después de 30 años y comprados por Ed Fitzgerald de Wilson Creek, Washington que desechó tres de ellos y donó el cuarto al Museo de Aparatos Médicos Cuestionables, donde hoy se conservan, junto con otros extraños inventos que en su época se creyeron útiles.