El artículo Rush to modernity devastating China’s cultural heritage, publicado en The Guardian, recoge las declaraciones del Viceministro de Construcción de China, Qiu Baoxing, que afirma que China se ha convertido en el país de las 1.000 ciudades idénticas.
Según Baoxing, el daño a la herencia cultural por culpa del actual desarrollismo urbanístico es similar al producido durante la Revolución Cultural. En los primeros tiempos de aquel período, a partir de 1966, los guardias rojos saquearon los templos y quemaron antiguas escrituras en nombre de la revolución. Hoy el peor daño es el causado por el desarrollo urbanístico en nombre del progreso económico.
Los sitios históricos y las reliquias culturales han sido devastados por los proyectos de “renovación”. En una crítica inusualmente feroz del paisaje arquitectónico de la China moderna, el Viceministro dijo que demasiados gobiernos locales son culpables de una “búsqueda ciega de lo grande, lo nuevo y lo exótico. Esto está conduciendo a una pobreza del paisaje. Muchas ciudades tienen un estilo similar de construcción. Es como si mil ciudades tuviesen el mismo aspecto.”


Afirmó que tales actos de insensatez son responsabilidad de los funcionarios locales, “totalmente inconscientes del valor del patrimonio cultural”. China, una de las civilizaciones más antiguas del mundo, está pagando un precio demasiado alto por su expansión económica.
En todo el país, los antiguos edificios están dejando paso a torres residenciales, bloques de la oficina y autopistas. Los urbanizadores han derribado diez mil viviendas de estilo tradicional en Pekín e innumerables barrios de la época colonial en Shanghai. En su lugar, hay amplias avenidas, plazas de cemento y enormes edificios cuadrangulares, con los mismos pequeños azulejos blancos y las ventanas tintadas de azul.
En Lhasa, la amenaza a la arquitectura tradicional tibetana es de tal calibre que el Comité del Patrimonio Mundial pidió a China que reconsiderase su política de demolición.

Incluso algunas actuaciones consideradas de conservación del patrimonio tienen un valor dudoso. El popular barrio Xintiandi de Shanghai fue derribado y reconstruido al estilo tradicional… añadiéndole Starbucks, bares y boutiques. Su éxito es tal que ya otros municipios lo consideran un modelo a seguir para su renovación.