Reinó durante veinte años en el siglo XV aC.
Nos remontamos al antiguo Egipto, a la XVIII dinastía, donde encontramos a Hatshepsut, una de las pocas mujeres que llegó a ser faraón. Si bien no fue la única y ni siquiera la primera, fue seguramente la que mayor poder alcanzó.
Hatshepsut fue hija del faraón Tutmosis I, gran guerrero y constructor (él comenzó las obras del templo de Amón en Karnak). A éste le sucedió su hijo Tutmosis II, que se casó con su hermanastra Hatshepsut, cosa corriente en el antiguo Egipto, ya que las uniones entre miembros de la familia real venían condicionadas por la sucesión. Tutmosis II era débil y tenía mala salud y reinó brevemente. A su muerte en 1475 aC dejó como heredero a Tutmosis III, hijo de otra esposa, Mutnefer, y al mismo tiempo sobrino e hijastro de Hatshepsut.
Tutmosis III era demasiado joven para gobernar y Hatshepsut asumió la regencia, ya que tenía preparación para ello: sabía leer y escribir y había sido educada junto a sus hermanos varones. Hatshepsut fue consolidando su poder, se ganó el apoyo de los sacerdotes de Amón, desarticuló algunas conjuras contra ella y al llegar Tutmosis III a la mayoría de edad no le cedió el trono y siguió reinando como un auténtico faraón.

Para acallar las protestas de quienes se negaban a ser gobernados por una mujer, los sacerdotes inventaron un mito según el cual Hatshepsut había sido engendrada por el mismísimo Amón, el cual, habiendo adoptado la figura de Tutmosis I, tuvo relaciones con la esposa de éste con el fin de darle una hija que gobernaría Egipto. Además Hatshepsut se disfrazó de hombre e hizo que se la representara en las esculturas con atavíos masculinos, barba incluida.
Se mantuvo más de veinte años en el poder, durante los cuales su país gozó de relativa tranquilidad y prosperidad. Sometió a los rebeldes nubios y envió una expedición al sur en busca de especias.
Su muerte es un misterio. No se sabe cómo y cuando murió, aunque debió ser hacia 1458 a.C. Hay una teoría según la cual Tutmosis III, cansado de que su tía y madrastra ocupara su lugar, conspiró contra ella, la asesinó y ordenó borrar todo rastro del hecho vergonzoso de que una mujer hubiera ocupado el trono de Egipto. Lo cierto es que Hatshepsut desapareció repentinamente de la historia.

En 2007, las autoridades arqueológicas de Egipto anunciaron que una momia descubierta en 1903 pertenece a Hatshepsut.
Durante años se especuló con la posibilidad de que una de las dos momias de mujeres encontradas en una pequeña tumba perteneciente a Sitre In, la nodriza de Hatshepsut, fuese la de la propia reina, pero los investigadores nunca se habían pronunciado definitivamente.
La identificación fue posible tras analizar un diminuto fragmento de una muela que coincide con una pieza dental fracturada de la momia. El fragmento fue hallado en un vaso fúnebre con el nombre de la reina en el templo de Deir al Baheiri.