India

Kim, una novela iniciática

Kim, de Rudyard Kipling, suele abordarse desde la perspectiva de una novela de aventuras y, en el peor de los casos, se alude al sambenito que carga su autor como escritor del imperialismo británico. Pero Kipling fue teósofo en su juventud y más adelante, masón; su padre era un estudioso del budismo y una de sus hermanas tenía facultades de medium. Es decir, era un tipo acostumbrado a tratar con lo numinoso y, tal vez por eso, escribió varios relatos sobre historias sobrenaturales. Por tanto, podemos esperar que Kim sea algo más que una novela de aventuras y espionaje.

Rudyard Kipling (Bombay, 1865-Londres, 1936) retratado por John Collier en 1891.
Rudyard Kipling (Bombay, 1865-Londres, 1936) retratado por John Collier en 1891.

Kim, el protagonista de la novela, es un pequeño huérfano de origen irlandés que acostumbra a disfrazarse de mendigo para recorrer las calles y las azoteas de Lahore, en la India de la época del Imperio Británico. Un día conoce a un viejo lama tibetano y se convierte en su chela (discípulo). Los dos recorren juntos el país tratando de cumplir sus respectivas profecías: la de Kim es encontrar novecientos demonios cuyo dios es un toro rojo sobre un campo verde, aunque no tiene ni idea de lo que esa imagen pueda significar; por su parte el lama busca el místico “río de la flecha”, en el que logrará la liberación de la “rueda de las cosas”. El lama cree que se trata de un río auténtico que fluye en las llanuras de la India, país que recorre a pie en busca de su destino.

Zamzamah, el cañón frente al Museo de Lahore en el que se sentaba Kim. Foto de 1903.
Zamzamah, el cañón frente al Museo de Lahore en el que se sentaba Kim. Foto de 1903.

La idea del dualismo está presente a lo largo de toda la novela, empezando por su protagonista, que es mitad asiático, mitad europeo. Es el pícaro indio Kim, pero también es Kimball O’Hara, hijo de un soldado irlandés, y aprovecha su doble personalidad para cambiar de una a otra según le convenga. El muchacho es conocido por dos apodos: “el amigo de todo el mundo” y “el amigo de las estrellas”, como es arriba es abajo.

En sánscrito, la antigua lengua india, “kim” es una partícula interrogativa, que según el contexto puede significar ¿qué? ¿quién? ¿por qué?, etc. (The Psychology of Victorian Buddhism and Rudyard Kipling’s Kim, Deanna K . Kreisel). Es decir, Kim es alguien que pregunta, es un buscador. En el capítulo 7 se pregunta por vez primera quién es: “Este es el gran mundo y yo soy simplemente Kim. ¿Quién es Kim?”. Y volverá a hacerlo después en varias ocasiones.

El lama no es el único maestro de Kim. También juega ese papel Mahbub Alí, un comerciante de caballos pastún, bebedor, mujeriego y espía al servicio de los ingleses. Si el lama es el maestro espiritual de Kim, el afgano Mahbub es su iniciador en la vida mundana, con sus trampas, sus mentiras y su violencia. “Confía en un brahmán antes que en una serpiente, en una serpiente antes que en una ramera y en una ramera antes que en un pastún”, le espeta Kim tras una situación en que creer haber sido engañado por el afgano.

Kim, edición de Wordsworth (1993)
Kim, edición de Wordsworth (1993)

La búsqueda del “río de la flecha” a través de la “rueda de la vida” es el sendero de la espiritualidad. El “gran juego” es el aprendizaje de la vida. La “rueda de la vida” y el “gran juego” son dos formas distintas de ver el mundo: la fe y la razón, la magia y el pragmatismo, don Quijote y Sancho. El mérito de Kim es que logra conciliar ambos mundos, acompañando al lama en su camino al tiempo que aprovecha para recoger información que el Servicio Secreto Británico utilizará para defenderse de los rusos que, desde el norte, amenazan al imperio.

Fotograma de la versión cinematográfica de 1950. Kim (un jovencísimo Dean Stockwell) afronta los desafíos a que le somete el misterioso sahib Lurgan (Arnold Moss).
Fotograma de la versión cinematográfica de 1950. Kim (un jovencísimo Dean Stockwell) afronta los desafíos a que le somete el misterioso sahib Lurgan (Arnold Moss).

Otro personaje fundamental es el misterioso sahib Lurgan, un ocultista que, mediante un truco de hipnotismo, enseña a Kim a distinguir maya, el “mundo de las apariencias”, de la “realidad”, al tiempo que le instruye en el arte del disfraz, fundamental para sobrevivir en un mundo en el que no es fácil distinguir el amigo del enemigo. Para hacerse merecedor de esas enseñanzas, Kim ha debido superar antes una prueba a que le somete Lurgan y superar su miedo.

Fotograma de la versión cinematográfica de 1950. El lama (Paul Lukas) habla con alguien que se reencarnó en serpiente, ante la mirada de Kim.
Fotograma de la versión cinematográfica de 1950. El lama (Paul Lukas) habla con alguien que se reencarnó en serpiente, ante la mirada de Kim.

El aprendizaje no es fácil, se requiere una dura disciplina, tanto bajo el mando de Lurgan como en St. Xavier, colegio para jóvenes sahibs, de donde Kim trata de huir. El camino está lleno de trampas, pero también de oportunidades para aprender. El conocimiento puede llegar en forma de una serpiente que aguarda al borde de un arroyo.

La “rueda de la vida” sigue girando y el “gran juego” sigue jugándose. En ellos anda Kim. Pero… ¿Quién es Kim?