Batalla de Toro, de Francisco de Paula Van Halen

Juana García de Arintero

La leyenda de la guerrera traicionada.

En 1475 dos mujeres tienen a Castilla en guerra. Los partidarios de Juana de Trastámara, la Beltraneja, desafían a Isabel la Católica. La primera cuenta con el apoyo de Portugal y la segunda con el de Aragón, cuyo rey es su esposo Fernando.

Los Reyes Católicos llaman a las armas a nobles y caballeros castellanos. La orden de movilización llega a Arintero, un pequeño y frío pueblo ubicado en un valle elevado entre las montañas de León. La autoridad está representada por el Conde García, un hombre cuya avanzada edad le impide acudir en ayuda de sus monarcas. Cuando un noble no puede responder a la llamada del rey, suele enviar en su lugar a sus hijos varones; pero el conde no tiene, sino solo siete hijas.

Isabel I de Castilla, retrato de autor anónimo
Isabel I de Castilla, retrato de autor anónimo

Según cuenta un romance de finales del siglo XVI, García culpaba a su esposa por haberle dado solo hembras:

No retentarás, María,
las telas del corazón;
de siete hijas que tenías
ninguna ha sido varón.

Pero he aquí que una de las mozas, Juana, la mediana de las siete, escucha los lamentos de su padre y dice:

Calle usté, mi padre, calle
no eche, no, esa maldición,
si tiene usté siete hijas
Jesucristo se las dio;
compreme armas y caballo
que a la guerra me voy yo;
compreme una chaquetilla
de una tela de algodón,
para apretar los mis pechos
al lado del corazón.

La pretensión de la joven, disfrazarse de caballero y acudir a guerrear, es rechazada por el padre. Pero la muchacha decide prepararse: aprende a montar a caballo y a manejar las armas. Mientras, varios hombres del pueblo están igualmente haciendo los preparativos para marchar a combatir al enemigo y al tiempo se preguntan qué espera el Conde García para ponerse al frente de la partida. Cuando Juana insiste ante su padre en su pretensión, los rumores sobre la ausencia del conde ya han llegado a los oídos de éste. Al final el viejo acepta que su hija parta a la guerra adoptando una personalidad masculina, la del caballero Oliveros, su supuesto primogénito varón que nunca tuvo, y exhiba el blasón de su familia. Los García de Arintero estarán así representados al lado de su reina Isabel.

Disfrazada de hombre, Juana parte encabezando las huestes de Arintero y se une al ejército de Castilla, probablemente en algún punto entre Toro y Mota del Marqués. Durante un año el caballero Oliveros participa en las campañas, destaca por su valentía y logra ocultar su condición de mujer. En febrero de 1476, las tropas castellano-aragonesas, con el rey Fernando al frente, sitian Zamora. Para tomar la ciudad es imprescindible controlar el puente sobre el Duero. Los combates sobre el río son feroces, los portugueses resisten, pero Juana al frente de sus tropas consigue abrir brecha en las líneas enemigas y Zamora cae en manos de los Reyes Católicos.

Castillo de Zamora. Foto: Tamorlan, Wikipedia.
Castillo de Zamora. Foto: Tamorlan, Wikipedia.

Alfonso de Portugal decide jugar su última carta y envía a su propio hijo al mando de tropas para reforzar a las que ya combaten al lado de la Beltraneja, que se concentran en las cercanías de Toro. En un lugar llamado Peleagonzalo se enfrentan en campo abierto los dos ejércitos en una batalla decisiva. El caballero Oliveros lucha una vez más con gran valor. Pero en el fragor del combate, al atacar con la lanza, el esfuerzo rompe su cota de mallas y deja al descubierto su pecho. Ella intenta taparse, pero ya es tarde, ha sido descubierta. Los hombres a su alrededor dejan, perplejos, de luchar y enseguida se corre la voz: “¡Mujer hay en la hueste!”.

Batalla de Toro, de Francisco de Paula Van Halen
Batalla de Toro, de Francisco de Paula Van Halen

Juana es llevada a presencia del Rey Fernando. Suplantar la identidad de un caballero se considera un delito. Pero el rey, que ya había oído hablar de las hazañas del caballero Oliveros, no solo perdona a la muchacha sino que le otorga distintas prebendas para su familia y su pueblo. En pocos días, la noticia de la existencia de una mujer que lucha como un soldado se extiende sobre la península. Ha nacido la leyenda de la dama guerrera de Arintero.

Por desgracia el final de esta historia es trágico. Partió Juana rumbo a su pueblo, deseosa de llevar las buenas noticias a los suyos. Pero había una persona celosa de la fama adquirida por aquella mujer valiente y que no estaba dispuesta a permitir que llegase a Arintero con los dones concedidos por el rey. La Reina Isabel envió media docena de sicarios tras ella, los cuales la alcanzaron en el pueblo de La Cándana. Los esbirros atacaron a Juana, que se defendió con la bravura que la caracterizaba y dejó maltrechos a varios de ellos. Sin embargo, uno de los miserables la atravesó el costado con su espada, hiriéndola de muerte. Lo que no habían logrado sus enemigos cara a cara lo consiguió la traición.

Escudo nobiliario que representa a la Dama de Arintero, en su casa. Foto: David Perez, Wikipedia.
Escudo nobiliario que representa a la Dama de Arintero, en su casa. Foto: David Perez, Wikipedia.

En el escudo heráldico de la casa de Arintero, bajo la figura de un caballero con armadura, puede leerse la siguiente leyenda:

Si queréis saber quién es
este valiente guerrero,
quitad las armas y veréis
ser la Dama de Arintero.

Jesús Fernández Santos contribuyó en 1977 a la leyenda de la Dama de Arintero con su novela La que no tiene nombre.

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