Mayo del 68, política y cultura

Algunos artículos publicados con motivo del 40 aniversario.

“Había delirantes consignas maoístas y estampas de Che Guevara, pero no era un movimiento bolchevique para instaurar en París o en California una dictadura del proletariado, aunque algunos apacigüen su nostalgia recordándolo así. Tampoco fue una revuelta cultural y moral contra las costumbres; algunas de aquellas costumbres -como la segregación racial, la discriminación femenina, la humillación laboral o la marginación de las minorías- no tenían nada de morales, y no sería plausible decir que 10.000 trabajadores hicieron huelga porque eran feministas, ecologistas o simpatizantes del Gay Liberation Front. Y, desde luego, no fue una juerga de los hijos malcriados del Estado-Providencia ebrios de bienestar y a quienes algunos profesores irresponsables dieron vacaciones anticipadas, causando a medio plazo la desaparición de la abnegada «cultura del esfuerzo» que había hecho grandes a sus naciones.”
(José Luis Pardo)

“A lo sumo podría hablarse de revolución cultural, como hizo Fernand Braudel, en la medida en que los tres ámbitos principales de la cultura “la familia, los media y la enseñanza” sufrieron una sacudida que les cambiaría profundamente. La gran movida fue breve y en la mayoría de los lugares se impuso el retorno al orden, la reacción restauradora.”
(Josep Ramoneda)

“En Mayo no hubo gran cosa, ni grandes acontecimientos. Lo importante fue antes, como el rock, los Beatles, la píldora, en 1967, y, en 1966, la minifalda. A lo mejor deberíamos haber realizado una gran conmemoración en el aniversario de la minifalda, en 2006.”
(Michel Houellebecq)

“El origen de los hechos, de ese mayo de barricadas, enfrentamientos, huelga, canciones, sueños y amor, está ahí, en el amor. O en el sexo. Cohn-Bendit y los suyos querían residencias universitarias mixtas y que las habitaciones de las chicas en Nanterre no fueran inaccesibles a los chicos. Es más, el propio Cohn-Bendit aprovechó la visita del ministro François Missoffe para interrogarle sobre «la miseria sexual entre los estudiantes». Missoffe, en la línea de De Gaulle, le aconsejó que tomara «duchas frías». Lo cierto es que la atención que se prestaba a los textos de Wilhelm Reich o Raoul Vaneigem, a los situacionistas, el auge del psicoanálisis, así como la importancia creciente de la música pop y toda su mitología ya anunciaban la dimensión individualista de la revolución por venir, con la exigencia de la liberación del deseo. En Mayo del 68 ni feministas ni gays fueron protagonistas pero sí herederos. Prisca Bachelet, entonces líder estudiantil y hoy psicoanalista, sintetiza Mayo del 68 en «el placer de descubrir que no se está solo» y recuerda con emoción «asambleas en las que las personas contaban sus sueños o deseos como algo plausible». Hermoso, pero Le Goff pincha el globo: «Una catarsis no sustituye una alternativa política».”
(Octavi Martí)

“¿Cómo explicar que semejante movimiento se haya saldado finalmente, unos años después, con el triunfo del neoliberalismo? Había algo único e innovador en el 68 francés, no sólo en relación con otros países, sino también en relación a 1936 o 1945: era la primera vez desde hacía mucho tiempo que los propios fundamentos de la sociedad eran cuestionados, y no sólo por parte del movimiento estudiantil. Abundan los testimonios de obreros que contestaban las relaciones de sumisión y de alienación, desbordando los marcos laborales. En mi opinión, el PCF no supo leer políticamente ese movimiento de fondo de la sociedad, porque ni lo había promovido ni lo controlaba; pero también porque vivía en un esquema de disociación entre las reivindicaciones sociales y las aspiraciones políticas.”
(Pierre Zarka)

“Mi eslogan propio es: olviden Mayo del 68. ¿Por qué? ¡Porque aquello se acabó! ¡Fue extraordinario! ¡Fue formidable! Lo pasamos genial, cambió nuestras vidas, cambiamos la vida… ¡pero no vamos a volver siempre a lo mismo!”
(Daniel Cohn-Bendit)