Deportista, mística y aventurera.
Ella Maillart nace en Ginebra (Suiza) en 1903. Su padre, un hombre viajero y de ideas abiertas era comerciante en pieles. Su madre, una danesa de carácter independiente y aficionada al deporte, llevaba a su hija los domingos a esquiar, costumbre que en esa época era considerada una excentricidad propia de ingleses.
Con dieciséis años, Ella es una de las fundadoras del primer equipo femenino de hockey sobre hierba en la Suiza francófona. Con veinte, en compañía de su amiga Miette, navega desde Cannes hasta Córcega en un velero de siete metros. Poco después, en un yate de 14 toneladas con una tripulación de cuatro chicas, sigue los pasos de Ulises por el Mediterráneo, alcanzando las islas del Mar Jónico.
Fracasan en su intento de repetir el trayecto de Alain Gerbault, que en 1923 realizó la primera travesía del Atlántico desde Gibraltar a Nueva York, ya que Miette cae enferma tras una semana de viaje y se ven obligadas a regresar a Bretaña. Poco después Miette se casa y deja la vida aventurera.
Ella se enrola en varias tripulaciones a bordo de barcos que cruzan el Atlántico y luego regresa a la práctica del deporte: representa a Suiza en la prueba de vela de la Olimpiada de 1924; es la única mujer entre diecisiete competidores y termina en un digno noveno lugar. Publica su primer libro: La vagabonde des mers (Gypsy Afloat)

Sin tener muy claro lo que quiere hacer, trabaja de mecanógrafa, vendedora, profesora de francés en Gales, modelo para el escultor Raymond Delamare en Paris y actriz en el Estudio de Arte Dramático de Ginebra y en alguna película en la que aparecen esquiadores. En 1931 y 1932 es capitana del equipo femenino suizo de hockey sobre hierba y representa a su país en cuatro Campeonatos del Mundo de Esquí, desde 1931 a 1934.
Sobre este periodo escribió: “Excepto cuando estaba navegando o esquiando, me sentía perdida, sólo medio viva”.
Durante una estancia en Berlín, en 1929, un encuentro con emigrantes rusos le sugiere la idea de escribir artículos sobre la juventud rusa y el cine de aquel país. La viuda de Jack London le proporciona ayuda económica para ir a Moscú. Allí se aloja en casa de la Condesa Tolstoy y conoce al cineasta Pudovkin, cuya película Tempestad Sobre Asia (1928) le despertará el deseo de conocer Oriente.
Viaja al Cáucaso con un grupo de estudiantes y alcanza el valle perdido de Svanetia. En 1932 viaja a través del Turquestán Ruso y la cordillera de Tien Shan, conviviendo con los pueblos de Asia Central, kirguises, kazakos y uzbekos. Escalando una montaña divisa a lo lejos la inmensa extensión del desierto de Taklamakán y decide que algún día irá allí.
De momento regresa sola a Europa, viajando sin permiso a través de las repúblicas soviéticas y esquivando los puestos de control de la zona, todavía inestable a raíz de los levantamientos musulmanes sangrientamente sofocados por el ejército ruso. A su regreso escribe Des Monts célestes aux Sables rouges (Turkestan Solo. One Woman’s Expedition from the Tien Shan to the Kizil Kum).

El periódico Le Petit Parisien la envía a China a informar sobre la ocupación de Manchuria por los japoneses. En Pekín conoce al célebre sacerdote y filósofo Teilhard de Chardin y a un periodista de The Times llamado Peter Fleming.
Se empeña en entrar en el Turquestán Chino, región prohibida y de la que no se han tenido noticias en cuatro años, para dirigirse desde allí a la India. El famoso explorador Sven Hedin le dice que la ruta por el norte del Tíbet y la cuenca del Tsaidam es tan peligrosa que el gobierno chino ni siquiera la vigila. Esa es la ruta que Ella y su compañero Peter Fleming deciden tomar.
Salen de Pekín en febrero de 1935 con un permiso para llegar a la región del Koko Nor (o lago Qinghai). Desde allí, esquivando los controles militares, cruzan el Tsaidam, llegan a Xinjiang y al Pamir, a través de la Ruta de la Seda. Siete meses más tarde alcanzan Srinagar en Cachemira, hoy India.

Paul Morand escribió: “La mujer a la que me refiero va vestida con botas de piel de oveja y enguantada con mitones; su piel quemada por el aire de la montaña y el viento del desierto; explora regiones inaccesibles de la Tierra en compañía de chinos, tibetanos, rusos e ingleses, cuyos calcetines remienda, cuyas heridas cura, y con quienes duerme con total inocencia bajo las estrellas… Esta mujer es Ella Maillart.”
Publica Oasis interdites. De Pékin au Cachemire (Forbidden Journey. From Peking to Cashmir), con gran éxito. Hasta 1939 sigue trabajando para Le Petit Parisien: de Turquía a la India, a través de Irán y Afganistán, en camión o autobús, tomando notas para sus artículos sobre el progreso que habían hecho esos países.

En el libro La voie cruelle (The Cruel Way) narra un extraño viaje en un automóvil Ford, con una amiga que en el libro se llama Christina y cuyo nombre real es Annemarie Schwarzenbach, periodista y novelista, una joven de carácter frágil y adicta a la morfina. El viaje es un vano intento para liberar a su amiga de las drogas, recorriendo los países que Ella visitó dos años antes. Escribió: “Lo poco que aprendí sobre el tormento psicológico que Christina estaba atravesando me hizo entender que el hambre o la pobreza pueden ser menos terribles que el sufrimiento y la angustia mental”. Esta historia se llevó al cine en Alemania con el título Die Reise nach Kafiristan (Viaje a Kafiristan).

Ella pasa la Segunda Guerra Mundial en la India, viviendo como puede de las rentas. Se establece en Tiruvannamalai al sur de Madrás (hoy Chennai), cerca del ashram de Ramana Maharishi, un sabio maestro que, según Ella, “alcanzó la liberación durante su vida”.
También sigue las enseñanzas de Atmananda en Kerala. Estos maestros espirituales la enseñan la “unidad del mundo”. En su libro autobiográfico Croisières et caravanes (Cruises and Caravans) (1942) escribe:
“He empezado un nuevo viaje que, yo sé, me llevará más lejos que nunca hacia esa vida perfecta que instintivamente iba buscando. Comencé este viaje explorando el territorio sin mapas de mi propia mente” … “Esta empresa es tan vasta como la vida misma, ya que exige el análisis de nuestro ser físico, mental, emocional y espiritual.”
En su libro Ti-Puss ou l’Inde avec ma chatte recoge la aplicación práctica de las enseñanzas recibidas.
En 1951 parte hacia Nepal, que acaba de abrir sus fronteras a los extranjeros, y sobre este viaje escribe The Land of the Sherpas.
Curiosamente, durante los siguientes treinta años, entre 1957 y 1987, Ella Maillart trabaja como guía turístico, enseñando los países que conoce. En los últimos años de su vida se preocupa por la conservación del medio ambiente. Muere en Chandolin (Suiza) el 27 de marzo de 1997 a los 94 años.
Este artículo sobre Ella Maillart es un capítulo del libro Mujeres singulares, que puede adquirirse en Amazon.