Una nueva visión del célebre detective a cargo de Guy Ritchie.
No soy el único que ha acudido a ver esta película con recelo. Sherlock Holmes es un mito y cuando un director de cine se propone modernizar o actualizar un mito, hay que temer lo peor, más aún cuando se trata de un director controvertido como Guy Ritchie. Por suerte, mis temores eran infundados y -aunque no dudo de que habrá puristas que pondrán a caer de un burro esta versión- creo que el resultado final es una buena película, digna de ser el último eslabón de una cadena que cuenta ya con más de 260 apariciones del famoso detective en la pantalla.

Robert Downey Jr. es un Sherlock Holmes diferente al de la imagen clásica que conocemos, pero antes de criticarlo hay que tener en cuenta que la iconografía típica del detective no procede tanto de los relatos de su creador, Conan Doyle, como de adaptaciones posteriores, obras teatrales, y principalmente de las versiones cinematográficas, en especial, las protagonizadas por Basil Rathbone y Peter Cushing, y también Christopher Plummer, Christopher Lee y el televisivo Jeremy Brett. Por ejemplo, signos externos tan característicos como el gabán, la gorra de doble visera y la pipa no proceden de la obra original.
En realidad, el Holmes de Downey, exceptuando su descripción física (el actor sólo mide 1,72 m), no es de los más alejados al personaje tal como lo concibió Conan Doyle, si bien es cierto que sus rasgos “incorrectos” como la misoginia y la adicción a la cocaína han sido, una vez más y como es habitual, ignorados. En cambio, Guy Ritchie saca partido de una de las cualidades descritas por Watson: Holmes es un excelente boxeador y un competente esgrimista con espada y palo. También es un maestro en el arte del disfraz.

En cuanto a la película en sí, tiene como puntos fuertes la interpretación a cargo de dos de los mejores actores del momento, las escenas de acción -con una violencia inusual en un film de Sherlock Holmes- y la maravillosa recreación hiperrealista del Londres victoriano, incluyendo la construcción del famoso puente sobre el Támesis, en el que tiene lugar la escena final.
En resumen, película muy recomendable para los que busquen pasar un rato entretenido en el cine. En cuanto a los holmesianos incondicionales, no tendrán más opción que arriesgarse a verla.
