El ojo crítico

Dedicamos la reseña de hoy a El ojo crítico, un libro que contiene una colección de juicios más que negativos acerca de obras cuyo valor literario sería reconocido posteriormente. Críticas, unas veces demoledoras, otras veces sarcásticas, en las que se destroza a los autores y a sus obras, muchas de las cuales serían consideradas más tarde obras maestras. Editado por Constantino Bértolo y publicado por Ediciones B en 1990, hoy está ya fuera de los catálogos. A ver si alguien lo reedita, porque me parece uno de esos libros que nunca debería faltar en las bibliotecas.

Para empezar esta «antología del disparate» de la crítica literaria, nada mejor que las opiniones de Lope de Vega sobre El Quijote y su autor:

«Y ese tu don Quijote baladí
De culo en culo por el mundo va
Vendiendo especias y azafrán romí
Y al fin en muladares parará»
Lope de Vega (1609)

«De poetas, no digo: buen siglo es éste. Muchos en ciernes para el año que viene pero ninguno hay tan malo como Cervantes, ni tan necio que alabe a don Quijote.»
Lope de Vega (1609)

Y como donde las dan las toman, esto es lo que opinaba Góngora de Lope:

«Los versos de Lope de Vega en sacándolos del teatro son como los buñuelos, que enfriándose no vuelven a tomar la sazón de antes, aunque vuelvan a la sartén.»
Luis de Góngora

Explica en el prólogo Constantino Bértolo que la diferencia entre un lector normal y un crítico es que el primero puede decir simplemente si le ha gustado o no el libro, mientras que el crítico debe explicar por qué.

John Quincy Adams (Memorias, 1930) juzgaba así la poesía de Lord Byron:

«Su versificación está tan desprovista de armonía sostenida, muchos de sus pensamientos son tan afectados, sus sentimientos tan poco amables, su misantropía tan pesimista, su libertinaje tan vergonzoso, su alegría tal remedo de una horrible sonrisa, que siempre he creído que sus versos pasarán pronto al olvido.»

Y esto es lo que opinaba Ralph Waldo Emerson (Diario, 1861) sobre Jane Austen:

«No logro entender por qué la gente tiene las novelas de Miss Austen en tan alta estima, ya que a mí me parecen vulgares tonterías, estériles en imaginación artística, prisioneras de las despreciables convenciones de la sociedad inglesa, carentes de genio, talento y conocimiento del mundo. Nunca la vida fue tan mezquina y estrecha. El único problema en la mente de la escritora… es llegar al matrimonio. El suicidio es más respetable.»

Ahora reproducimos algunas frases breves pero contundentes con las que el crítico de turno descalifica una obra.

Robert Garland (Journal American, 1949) sobre El tío Vania de Antón Chéjov:

«Si me preguntan de qué trata El tío Vania diría que de lo máximo que puedo soportar.»

En el Springfield Republican (1925), sobre El Gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald:

«Un poco floja, un poco blanda, algo más que un poco artificial, El Gran Gatsby se sitúa entre las novelas insignificantes.»

En The London Critic (1855) sobre Hojas de hierba de Walt Whitman:

«Whitman conoce tanto el arte como un cerdo las matemáticas.»

Clement Scott (Sporting and Dramatic News), sobre Casa de muñecas de Ibsen:

«Es como si alguien hubiese teatralizado la preparación de la comida del domingo.»

Traemos a continuación algunas críticas que, prescindiendo de juzgar los valores literarios de una obra, se basan sólo en razones estrictamente ideológicas. Todas ellas se refieren a Clarín o a su obra La Regenta.

Torcuato Fernández Miranda (1953):

«Ha sido y es radicalmente disolvente de valores esenciales de ese modo de ser que es ser español»

P. Pablo Ladrón de Guevara (Novelistas malos y buenos, 1933):

«Crítico presuntuoso, de mala ley, que se precia de tener por su gran maestro al novelista francés cuyo nombre las gentes decentes no pronuncian sino con mucha repugnancia; anticlerical y librepensador; desbocado contra el matrimonio cristiano y contra el catolicismo. Hemos oído decir que murió, después de todo, abrazado a un crucifijo. Sus obras corren tan impenitentes como antes.»

R. Martínez Vigil (Obispo de Oviedo, 1885):

«Un libro saturado de erotismo, de escarnio a las prácticas cristianas y de alusiones injuriosas a respetabilísimas personas.»

P. Blanco García (La literatura española en el siglo XIX, 1892):

«Disforme relato que rebosa de porquerías, vulgaridades y cinismos. Una premiosidad violenta y cansada, digna de cualquier principiante cerril.»

Seguidamente traemos a colación algunas frases en las que el crítico de turno ha querido hacer de futurólogo con respecto al posible éxito de una novela o a la forma en que la posteridad juzgará a un autor.

Eugène Poitou (Revue des Deux Mondes, 1856) sobre Balzac:

«Muestra poca imaginación en la ficción, al crear los personajes y la trama y al describir la pasión… El lugar de H. de Balzac en la literatura francesa nunca será importante ni encumbrado.»

Emile Zola (en Emile Zola, 1953) sobre Las flores del mal de Baudelaire:

«Dentro de cien años, los libros de historia de la literatura francesa sólo mencionarán esta obra como una curiosidad.»

James Lorimer (North British Revue) sobre Cumbres borrascosas de E. Brontë:

«He aquí, mil veces aumentados, todos los defectos de Jane Eyre (Charlotte Brontë) y, pensándolo bien, sólo nos queda el consuelo de que nunca alcanzará amplia difusión.»

Manchester Guardian sobre Juventud y El corazón de las tinieblas de J. Conrad:

«Sería inútil pretender que puedan alcanzar amplia difusión.»

New York Herald Tribune sobre El gran Gatsby de F.S. Fitzgerald:

«Lo que nunca ha estado vivo difícilmente puede seguir viviendo. Simplemente un libro de temporada…»

William Morton Payne (The Dial, 1884) sobre Henry James:

«Resulta tristemente evidente que Mr. James se ha agotado a sí mismo en cuanto se refiere a novela internacional y probablemente en cuanto se refiere a cualquier clase de novela.»
(James aún habría de publicar Las bostonianas, Otra vuelta de tuerca y Los embajadores, entre otros)

En el prólogo de El ojo crítico dice Constantino Bértolo:

“Los académicos del siglo XVIII opinaban y argumentaban que Shakespeare o Calderón o Lope de Vega eran unos mastuerzos que no sabían escribir y, desde su punto de vista, desde lo que ellos opinaban que era buena o mala literatura, no les faltaba razón. Podemos decir que no tenían ni idea y nos estaríamos equivocando nosotros. Precisamente porque tenían ideas se equivocaban. Podemos decir que sus ideas estaban equivocadas pero no que ellos se equivocasen. Tener ideas previas sobre lo que es o no es buena literatura es otro de los defectos que se les imputa a los críticos.”

En el Boston Evening Transcript se opinaba así, en 1936, de la obra ¡Absalón, Absalón! de William Faulkner:

“Desde la primera hasta la última página de esta novela nos damos cuenta de que el autor se está esforzando por conseguir originalidad. No dirá nada de una manera sencilla. Sus párrafos son tan largos y tan enmarañados que resulta difícil recordar quién está hablando o el tema con el que empezaba el párrafo… Dudamos de la historia así como de su final… No dudamos de que exista una decadencia pero sí de que sea el rasgo más importante de la vida en Estados Unidos o incluso de la vida en el Mississippi.”

Vamos a ir terminando. Si yo fuera editor encargaría a Constantino Bértolo una nueva edición actualizada de El ojo crítico. Quién sabe si en ella cabrían algunas reseñas de los últimos tiempos, como las de Ignacio Echevarría sobre Atxaga y Chirbes.

Entretanto nos conformamos con la edición que tenemos, que contiene perlas como éstas que se refieren a tres de las más grandes novelas del siglo XX:

Springfield Republican (reseñando la edición americana, 1934) sobre Ulises de James Joyce:

“Excepto como tour de force, es difícil creer que este libro posea calidad literaria. Si se trata de literatura del inconsciente, hay numerosos ejemplos, desde lo último de Henry James hasta Virginia Wolf, que aportan un valor intrínseco mucho mayor y alcanzan una forma artística.”

Kirkus Reviews sobre Lolita de Vladimir Nabokov:

“Que un libro como éste se haya podido escribir, publicado aquí, vendido, seguramente sobre el mostrador, hace que nos cuestionemos los estándares morales y éticos… Hay un lugar para la exploración de las anormalidades que no es propiamente el dominio público. Cualquier bibliotecario se lo plantearía seguramente como un libro para las estanterías bajo llave. Cualquier vendedor debería estar bien seguro de saber que está vendiendo pornografía muy literaria.”

Marc Humblot (editor francés, carta de rechazo a Marcel Proust, 1912) sobre En busca del tiempo perdido:

“Mi querido amigo, quizá debo estar muerto de cuello para arriba pero por más que me devano los sesos no acierto a ver por qué alguien necesita treinta páginas para describir cuántas vueltas da en la cama antes de dormir.”