Ponent Mon publica la edición integral de las aventuras de los dos pilotos franceses.
Lo de la editorial Ponent Mon empieza a ser ya espectacular. A su excelente catálogo habitual se suma desde hace ya tiempo la recuperación de un buen número de clásicos del cómic: Jerry Spring, Buck Danny, ¡Barbarroja! (a ver si esta vez es la definitiva), Mac Coy y Manos Kelly (de Hernández Palacios), Ric Hochet, Bruno Brazil, mi apreciado Bernard Prince… y ahora Tanguy y Laverdure. Todos en magníficas ediciones, aunque desde luego baratas no son.
No exagero si les digo que llevaba toda la vida esperando la reedición en castellano de las aventuras de esta pareja de pilotos de caza, original de la editorial Pilote, que publicó allá por los 60 en España la extinta Bruguera. El guión es del gran Jean-Michel Charlier -piloto él mismo- y los dibujos de Albert Uderzo, que compaginaba esta serie con Asterix.
El impecable, circunspecto, honestísimo Michel Tanguy y su inseparable compañero el chiflado, payaso, excéntrico, patoso, pero siempre entrañable Ernest Laverdure, dos grandes amigos, pero dos caracteres totalmente opuestos, que solo tienen una cosa en común: ambos son excepcionales pilotos.
Ambientada en la época contemporánea a su publicación, es decir en la guerra fría de los años 60 y 70, esta serie nos muestra el progreso de los dos jóvenes en su carrera en las fuerzas aéreas. Al mismo tiempo, tendrán que enfrentarse a los agentes de potencias enemigas desconocidas, cuyos nombres suelen tener acento ruso o alemán (entonces existía la RDA), que tratarán de apoderarse de secretos militares franceses. En cada aventura, persecuciones aéreas y combates contra aviones sin identificación pilotados por hombres, que para evitar delatar su origen, no llevan marcas ni en su ropa interior. Los desiertos de Oriente Medio y los hielos de Groenlandia serán otros escenarios cuya dureza pondrá a prueba la pericia de Tanguy y Laverdure.

El cómic cosechó suficiente éxito como para dar lugar a una serie de televisión Les Chevaliers du Ciel (1967), que en España, con el título de Los caballeros del cielo, pasó sin pena ni gloria. Y eso que los actores no podían estar mejor elegidos, pues eran clavaditos a los personajes del tebeo.

Traducción: Fabián Rodríguez y María Serna. Páginas: 120